23 enero, 2008

Saturación

Las paredes de la ciudad están llenas de mensajes. La mayoría van implícitos en la propia estructura, en los materiales constructivos, en las decisiones arquitectónicas o en los detalles estéticos que revelan el pensamiento y la forma de vida de quienes han intervenido. Otros mensajes son completamente explícitos: textos, grafitis, anuncios, marcas. Textos sobre el espacio urbano que se ofrecen como motes de un gigantesco emblema tridimensional, infinitamente circulable en sus significados complementarios. Barcelona es una ciudad cargada de los mensajes de ambos tipos que la historia ha ido depositando. Y a ellos hay que añadir las intervenciones «artísticas» promovidas por los políticos, que así adornan su propio currículum con alguna nota presuntamente cultural. ¿Es posible que el habitante urbano se sature? Aquí, al menos hemos encontrado una huella de incomodidad, una protesta tímida pero con aire de cierta desesperación, temblorosa, voluntariamente ajena a todo énfasis de visibilidad pero rotunda y que no deja lugar a la duda, casi como escrita con sangre.

19 enero, 2008

Satisfacción plena

La vida sonreía de oreja a oreja al autor de este dístico que se encuentra en la última página del ejemplar del Fasciculus temporum (1495) de la Biblioteca del Monasterio de la Real. En unas pocas semanas entregaremos el catálogo de los incunables de esa biblioteca, que hemos realizado junto con las imágenes digitalizadas de los libros.


Si la fortuna más tuviera: más me diera
Si más recibir pudiera: la fortuna más me diera

09 enero, 2008

Labore et Constantia

El título de esta entrada enlaza el compás de oro (De Gulden Passer) y la mano que con él mide para formar la marca tipográfica de Christophe Plantin, el famoso Prototypographus Regius de Felipe II en Amberes.

Y con trabajo y perseverancia, Bárbara Skinfill Nogal, desde México va publicando, en colaboración con un activo grupo dedicado a la literatura simbólica, libros útiles, hermosos e inteligentes. Como si el proyecto Mundus Symbolicus, con su foco principal en la traducción al español de la inmensa obra de Filipo Picinelli non sufficit, ahora, con Claudia Raya Lemus y Suhey Morales León empiezan una serie nueva: el «Proyecto Iconográfico de marcas de Impresores y Editores», y ofrecen como primera entrega el libro Marcas de Impresores y Editores del Siglo XVI. Muestrario Iconográfico del Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública Universitaria de Morelia. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (Michoacán: Centro de producción artística y desarrollo cultural de Michoacán, 2007).

A continuación de los prólogos de Claudia Raya y Bárbara Skinfill, precisos y sintetizadores de la gran cantidad de conocimiento sobre el tema que han ido acumulando durante años, encontramos la descripción de 50 marcas de impresores. A la reproducción de cada marca, sigue una ficha analítica y otra con informaciones sobre el impresor (en la ficha analítica nos alegra mucho comprobar cómo nuestra Enciclopedia de Emblemas Españoles Ilustrados todavía es útil). Y cierra la obra una serie de apéndices e índices completísimos. Es una pequeña joya de trabajo bien hecho y animamos a Bárbara y su equipo a seguir dándonos más «muestrarios» de su labor y constancia. Ved una página del libro.


07 enero, 2008

La Ruta de la Seda

Confesamos guardar aún la música que hizo Kitaro para la memorable serie de la televisión japonesa La Ruta de la Seda. Y seguro que no fuimos los únicos en contemplar con devoción todos los episodios. No hemos vuelto a verlos desde principios de los 80. Entonces nos deslumbró la justa suma de información y espectacularidad de las imágenes. Con todo, ahora preferimos escuchar, por ejemplo, los dos CDs publicados por el sello Accords Croisés, La Route Musical de la Soie. También hemos acabado leyendo bastante sobre estos asuntos y con el tiempo, en Studiolum, nos hemos visto involucrados en trabajos relacionados en algún grado con aquel inmenso recorrido.

En España generalmente se presta poca atención a esa parte del mundo. De hecho, hay lugares que en España tienen una presencia informativa terriblemente menguada. Para tropezar con uno de ellos no hace falta salir de Europa: basta mirar hacia Hungría. Pongamos un ejemplo. Recibimos regularmente el boletín del Instituto Cervantes y ya es la norma que, frente a otros centros muy promocionados, no aparezca ninguna información sobre el centro de Budapest que, sin embargo, existe y está generosamente dotado. A día de hoy, las páginas de Internet del Instituto Cervantes húngaro, en la calle Vörösmarty 22, están en situación de práctico abandono. La memoria de actividades es deprimente o, mejor, ni siquiera llega a deprimirnos porque lo único que vemos es un pdf casi vacío que se refiere al curso 2004-2005 (!). La página de futuras actividades culturales programadas devuelve el patético mensaje: «no hay actividades programadas» («Nincsenek meghirdetett programok»). Y lo mismo ocurre en los enlaces «programación del mes» y «calendario cultural»: «no hay actividades disponibles». Casi nunca hay noticias en diarios y otros medios de información españoles sobre lo que pasa en Hungría, aunque los acontecimientos sean en sí mismos tan importantes como las manifestaciones y revueltas populares de 2007 contra el gobierno. Cierto que la fuerza internacional del húngaro no es la de otros idiomas, pero esta justificación no vale mucho.

Anoche leíamos unas reflexiones interesantes en el libro de James O'Donell, Avatares de la palabra (Barcelona: Paidós, 2000), y aunque un poco largas, nos gustaría copiarlas aquí:

En el otro extremo de Europa, ¿cómo se entiende la historia de Matías Corvino Hunyadi, rey de Hungría (muerto en 1490)? Fue un héroe indudable en la línea de los príncipes del Renacimiento. Poderoso triunfador en las guerras, conformador de una Hungría unida e independiente, también fue uno de los mecenas literarios más intensamente productivos. Su biblioteca era la maravilla de Europa por su brillante colección de manuscritos iluminados que cautivan a cualquiera. Ahora esparcidos a los cuatro vientos, estos manuscritos ponen inmediatamente de manifiesto, incluso por separado, el nivel artístico y cultural de su corte.
Pero Matías Corvino cayó en el olvido. No tuvo fortuna con sus descendientes que no tuvieron suerte con su mundo. Ya en vida sufrió la presión de los turcos otomanos desde el sudeste y, después de su muerte, el Danubio medio se convirtió en el campo de batalla entre la cristiandad y el islam, con grandes descalabros para Hungría. El territorio que él había unido se fragmentó de nuevo y terminó en poder de los Habsburgos de Viena y los turcos de Estambul, y Hungría no llegó a ser la fuerza dominante en Europa Central que los contemporáneos de Corvino podían razonablemente haber esperado que fuera. Además, Corvino es un enigma de estudio para los occidentales; no hay un libro satisfactorio sobre él en inglés y las dificultades de escribir uno se han multiplicado por la variedad de idiomas (como mínimo, latín, alemán, italiano, húngaro, serbocroata y turco) requeridos para estudiar las fuentes.
La historia de Corvino nos enseña mucho sobre la creación de Europa y nos recuerda que uno podría ser un gran príncipe del Renacimiento y no serlo en los libros de historia a pesar suyo. Se ensalza a otros príncipes del Renacimiento descuidados cuyo esplendor nos llega por sus triunfos mundanos y militares y los de sus descendientes. Olvidamos que las narraciones lineales que presentan un triunfo tras otro hacen poco por recordarnos los riesgos y la variedad de la experiencia humana. Este hecho sorprendente enriquece nuestro sentido de la historia, al tiempo que nos recuerda convenientemente las limitaciones de ésta.
Nuestras instituciones educativas personifican nuestra propia imagen más presuntuosa. Cuando las usamos para enseñar "contenidos", para impartir "ideas", me temo que les hacemos poco bien a nuestros estudiantes. Los habituamos a los mitos de la tribu y quizás impartamos algunas habilidades de poco provecho, pero apenas activamos su inteligencia. El estudio de los clásicos griegos y latinos y el estudio de la civilización occidental a los que se otorga un papel principal es valioso no si produce un estudiante que se sabe "los reyes de Inglaterra y puede citar las batallas históricas, desde Maratón a Waterloo de memoria", como el general en Pirates of Penzance. Es valioso si proporciona un punto de referencia, en algunos sentidos reconocible y en otros ajeno y extraño para contemplar el presente.

A diferencia de España, enmarañada casi siempre en mezquinos debates, Hungría es un país que se pregunta de manera compacta y perseverante sobre su historia, sus orígenes y su articulación en la zona del mundo en la que esa historia la ha colocado. La búsqueda en el Este de los orígenes de la gente y la lengua de Hungría ha dado notables investigadores orientalistas. Ahí es donde —volviendo al principio de esta entrada— hemos trabajado desde nuestra editorial, colaborando con la Academia Húngara de Ciencias para exponer la peripecia exploradora y las aventuras de conocimiento que protagonizaron Sándor Csoma de Körös y Aurel Stein. Hace dos días dedicábamos una entrada del blog al primero. Hoy damos el enlace a las páginas del segundo: Aurel Stein (1862-1943). Los tesoros ocultos de La Ruta de la Seda. La lectura de estos dos trabajos, realizados con los fondos materiales y documentales de la Academia, ilustra sobre el vehemente impulso humano de ensanchar los horizontes para conocerse a sí mismo. Quizá al final estos dos hombres no se conocieran más a sí mismos que de no haber salido de su pueblo natal y, ciertamente, no aportaron datos decisivos sobre los orígenes remotos de lo húngaro, pero exploraron, descubrieron y pusieron ante nuestros ojos de manera organizada un mundo que también nos pertenece y que, desde su trabajo, ya no podemos dejar de conocer para saber quiénes somos nosotros, españoles, húngaros o chinos. Vale la pena dedicarles un rato.

05 enero, 2008

Alexander Csoma de Kőrös

In 2006, on the 222th anniversary of the birth of Alexander Csoma de Kőrös, the founder of Tibetan studies we have published on the internet in Hungarian, English and Spanish, in the collaboration of Studiolum and the Oriental Collection of the Hungarian Academy of Sciences, the legacy of Csoma preserved in the Collection. This date is memorable in the history of Tibetan studies for another reason as well, since the Hungarian Ministry of Education in this year announced, with reference to the all-time high budget deficit, the suppression of several university departments, including that of Tibetan philology. Therefore on the frontispiece of our web publication we have also displayed, out of solidarity, together with the commemoration of Csoma’s anniversary that it was prepared “in memory of the Tibetan studies in Hungary, abolished in this year,” until the management of the collections made us cancel this reference in fear of retorsion. Accidentally, this happened in the weeks of the municipal elections in which the governing parties – the authors of the above deficit – led their campaign with the slogan “Budapest, the city of liberty and solidarity.”

This little East-European absurd is, however, absolutely not alien to the path of life of Csoma. It was already a miracle that this boy who was born in the Carpathian frontier zone of Transylvania obtained exemption from the life-long service of border-warden, compulsory there at that time, and could go to learn at the academies of Nagyenyed (Ajud) and Göttingen instead. But it is even more characteristic that when learning there about the tentative theories of affinity between the Hungarian and Uyghur languages, he decided to verify them on the spot, by reaching on foot from Hungary as far as Uyghuristan in China. At this time the “Great Game” was developing between the Russians and the British in Central Asia, inciting bloody wars between every people living along the fault line running from Turkey to China – but in the middle of the wars and epidemics Csoma safely reached the Indian-Tibetan border. And here another miracle followed. For, in spite of his astounding talents – he perfectly spoke twenty languages – Csoma arrived too early. Comparative linguistics in these decades was just in the first phase of the elaboration of the scientific methodology of linguistic affinity, so Csoma’s comparative research was foredoomed to failure. However, by a special grace of God, on the road leading to Tibet he met a commissary of the British government who was just in need of such a person for the exploration of the Tibetan language, completely unknown to Europeans at that time, but indispensable to the expansion of the British. In the thereafter following fifteen years Csoma has completely accomplished this task. Living in the austere monasteries of Tibet, he mastered both the language and the religion, composed the first Tibetan dictionary and grammar (1834), and gave such detailed description of the Buddhist religion – only obscurely known in Europe – and of the Tibetan literary canon that nothing essential has been added to it since then. And Buddhists from Tibet to Japan venerate him as the only European boddhisatva. He nevertheless only regarded this as a detour, or in the best case a preliminary study to the research of the Uyghur. However, he never reached the Uyghur.


The list of Zsolt Sütő from the Transylvanian Marosvásárhely (Târgu Mureş) is the most complete collection of the information to be found about Csoma on the internet. We are on the distinguished fourth place on it. Zsolt himself has followed through the path of Csoma in India and Tibet, from where he brought home wonderful photos like this one above. He published them on his page with the title „Himalaya Blue” accompanied with his diary notes. In one of these notes he describes how difficult it is to explain to others what Csoma means to people grown up in this world of the absurd.

Today I went to Thiksey with an American couple, Farkas, with some Hungarian roots. It is extremely difficult, if not impossible, to recount the Csoma story in such a usual and superficial touristy conversation. I tell them that he had come here two hundred years ago, on foot. Ah, yeah, a traveler. Yes, but eventually he made the first good Tibetan-English Dictionay, among others. Ooh, yeah? I didn’t know that. And then still how far we are from his original purpose, from his Transylvanian and Göttingen years, from the Sanskrit-Tibetan-English dictionary... I’m more and more skeptical as far as it concerns the understanding of the essentials of the Hungarian raison d’être by foreigners. Not to speak about the Transylvanian raison d’être, which is not even understood by the Hungarians. The good God has imposed an interesting fable on our shoulders.

From a more fortunate place, let us say from America it is in fact difficult to understand what makes this story so remarkable. One accomplishes the respective academic studies, goes to a given place, and with the respective methodology and institutional support he composes the dictionary of the given language. A large number of American anthropologists are indeed doing so all over the world, and Franz Boas has even established a special school for this purpose. In our part of the world, however, in the eternal lack of background, institutions, network and support, and even accompanied by the suspicion, jealousy and hostility of the political and scientific potentates it is a must that a talent should either be lost or raise an outstanding achievement by a heroic effort and in solitude. Like Ryszard Kapuściński, Bohumil Hrabal and Csoma did.

This is why it is a special joy if someone nevertheless grasps something from this. On ‘flickr’ we have come across the photo gallery “chambre-noire” by summergreen from the UK who has published this photo montage with the portrait of Alexander Csoma de Kőrös and a leaf of his Tibetan manuscripts, referring to the English version of our biography of Csoma as a source of the original images. Our gratitude for it.