23 enero, 2008

Saturación

Las paredes de la ciudad están llenas de mensajes. La mayoría van implícitos en la propia estructura, en los materiales constructivos, en las decisiones arquitectónicas o en los detalles estéticos que revelan el pensamiento y la forma de vida de quienes han intervenido. Otros mensajes son completamente explícitos: textos, grafitis, anuncios, marcas. Textos sobre el espacio urbano que se ofrecen como motes de un gigantesco emblema tridimensional, infinitamente circulable en sus significados complementarios. Barcelona es una ciudad cargada de los mensajes de ambos tipos que la historia ha ido depositando. Y a ellos hay que añadir las intervenciones «artísticas» promovidas por los políticos, que así adornan su propio currículum con alguna nota presuntamente cultural. ¿Es posible que el habitante urbano se sature? Aquí, al menos hemos encontrado una huella de incomodidad, una protesta tímida pero con aire de cierta desesperación, temblorosa, voluntariamente ajena a todo énfasis de visibilidad pero rotunda y que no deja lugar a la duda, casi como escrita con sangre.

1 comentario:

Julia dijo...

Se publique o no, aprovecho para felicitarlos por tantas entradas nuevas en este enero. Todavía desde Brasil, país hermano y maravilloso, mis mejores y ociosos saludos de vacaciones
Julia