29 septiembre, 2011

Sagrada Familia



A las afueras de la lejana ciudad de Artyom, en la Rusia oriental, desde 1995 está en construcción, con materiales de derribo, bajo la total responsabilidad de dos antiguos obreros, Alexei y Valentina Krivov. Obsérvese la entrada aparte para los quince gatos y los tres perros.


28 septiembre, 2011

Müteferrika



En el patio de los libreros de viejo del Gran Bazar de Estambul, donde en las miniaturas de los manuscritos médicos otomanos unos diablillos negros golpean con martillos de fuego los doloridos dientes, y donde aún pueden coleccionarse los fascículos de la legendaria Istanbul Ansiklopedisi de Reşat Ekrem Koçu, se encuentra el busto de un hombre con turbante. Es Ibrahim Müteferrika, según informa la placa.


Quienes visitan los anticuarios en busca de viejos libros turcos sabrán que las diecisiete líneas numeradas debajo del nombre son los títulos de los diecisiete primeros libros impresos en turco, publicados en el taller de Müteferrika, la primera imprenta turca. Sin embargo, son muy pocos quienes saben que Müteferrika era húngaro.

No sabemos cuál era el nombre original de Ibrahim Müteferrika, cómo llegó a Estambul, por qué se convirtió al Islam ni cómo ganó el puesto de müteferrika: un siervo especial, próximo a la persona del sultán. De acuerdo con sus contemporáneos húngaros —los anti-Habsburgo exiliados en Turquía con el príncipe  de Transilvania, Ferenc Rákóczi, tras ser vencidos en la Guerra de Independencia (1703-1711)—, había nacido en Kolozsvár (Cluj), Transilvania, y adquirió sus profundos conocimientos de teología y lenguas europeas en la Universidad Unitaria local. Es posible que fuera el intérprete turco de Imre Thököly, líder de finales del siglo XVII contrario a los Habsburgo rebeldes húngaros, en alianza con los turcos, pero es seguro que fue la persona de contacto en la corte del Sultán del príncipe Rákóczi, que vivía su exilio turco en Tekirdag, al mismo tiempo que hacía de intérprete entre las embajadas del Sultán y Eugenio de Saboya en Belgrado. Según César de Saussure, un suizo de la corte de Rákóczi, fue capturado por los turcos a fines del siglo XVII y se convirtió a la fe musulmana para evitar la esclavitud. No sabemos cuánto de verdad hay en estas especulaciones, pero el hecho es que Müteferrika ejerció su conversión en serio. Su manuscrito teológico islámico de 1710, el Risale-i İslâmîye, en el que cita a menudo la traducción latina protestante de la Biblia hecha por Bèze y Junius (transcribiendo el texto latino en caracteres árabes), es una apología islámica completa y convencida contra el cristianismo. El origen húngaro del autor se revela por el hecho de que transcribe las «s» finales latinas (por ejemplo,-us) no con el árabe «s» (س), sino con «sh» (ش), siguiendo la característica pronunciación latina húngara de entonces.

Primeras dos páginas del Risâle-i İslâmîye

La impresión de libros no era en absoluto desconocida por entonces en el Imperio Otomano. Los judíos sefardíes imprimieron su primer libro en 1493, los armenios en 1567, los griegos en 1627, y había varias docenas de imprentas, especialmente en Constantinopla, Salónica y Esmirna. También había ya libros impresos en árabe (aunque sobre todo para los árabes cristianos libaneses), y es conocido un impreso, aunque no en formato de libro, hecho por el mismo Müteferrika inmediatamente antes de sus primeros libros: un mapa de Irán en lengua persa:


Es asunto controvertido el de por qué se produjo esta brecha tan amplia hasta la aparición del libro impreso en turco. Una opinión es que los estudiosos islámicos de entonces consideraban una profanación de la revelación divina el «corte» ejercido sobre las palabras en la escritura cursiva árabe, evidente durante la composición, pero también claramente apreciable en el texto impreso, en los diminutos espacios entre las letras. Otro punto de vista dice que la impresión de libros habría significado una fuerte competencia para los influyentes talleres de copistas instalados en gran número en la capital y que, simplemente, no lo podían permitir.

Firma de Abdulcelil Levni, destacado miniaturista período Tulip (1720), y su retrato del Sultán Ahmed III

Sólo el período Tulip (1718-1730), en apogeo bajo el sultán Ahmed III (1673-1736), un corto período de reformas y de apertura a Occidente, fue favorable a la recepción de esta innovación técnica. Es una notable coincidencia histórica que justo en aquel momento estuviera en Estambul un influyente cortesano cuyo fervor islámico no podía discutirse, pero que desde su origen transilvano conocía bien el oficio de impresor de libros, así como el enorme impulso cultural que provocaban. Y como deseaba sinceramente beneficiar a su nueva patria, con el permiso del Sultán y el Gran Muftí, en 1728 fundó la primera imprenta en turco, donde entre 1729 y 1742 fueron puestos en circulación diecisiete obras. Todos aquellos libros tenían que servir para profundizar en la comprensión del pensamiento social, histórico y político occidental, así como en las ciencias: libros de historia, geografía y física, una descripción de América, gramáticas y diccionarios.

Varias ilustraciones de la descripción de América





Estos «incunables» turcos, en tiradas de 500 a un millar de ejemplares, son hoy muy raros. Sin embargo, en el siglo XIX, en el período de auge de los estudios orientales en Hungría, aún se compraban por un precio asequible en Estambul, justo ahí donde está ahora la estatua de Müteferrika. Por esta razón casi todos ellos se pueden encontrar en los legados de los orientalistas húngaros depositados en la Colección Oriental de la Academia Húngara de Ciencias.

Planisferio de la descripción de América

Y de aquí surgió la idea, a finales del año pasado, de publicar estos libros en Internet para celebrar el 300º aniversario de la primera obra de Ibrahim Müteferrika, el tratado islámico de 1710. Las copias digitales de las dos ediciones que faltaban en la Colección Oriental nos las cedió generosamente la Biblioteca Nacional Széchenyi, y el único ejemplar que no se pudo localizar en ninguna de las dos bibliotecas lo adquirió para la Colección Oriental, en Arabia Saudita, su mecenas Gábor Korvin.


La página principal, redactada por el equipo de la Colección, especialmente por los turcólogos Nándor Erik Kovács y Ágnes Kelecsényi, y editada por Studiolum, contiene, además de una introducción histórica y los datos recopilados sobre Müteferrika y su imprenta, la bibliografía completa emanada de aquel taller —la mayoría de los artículos importantes, en turco, húngaro y alemán, han sido enteramente digitalizados—, y una descripción detallada de cada libro, cuyas versiones escaneadas completas irán apareciendo progresivamente en la página. La dirección de la página principal en inglés, húngaro y parcialmente también en turco la daremos a conocer aquí el miércoles, a las 16 horas, durante la solemne inauguración de esta web en la nueva Sala de Conferencias de la Biblioteca de la Academia. Lugar que vale la pena visitar aunque sólo sea para disfrutar de su impresionante vista.

27 septiembre, 2011

Honras




Hoy queremos compartir un motivo de alegría. Acaba de ver la luz nuestra edición del Libro de las Honras de la Emperatriz María de Austria. Es la crónica de las notables celebraciones que organizó el colegio jesuita de San Pedro y San Pablo de Madrid en recuerdo de la piedad y la generosidad de su mayor benefactora, María de Austria, a su muerte, en 1603. María legó la práctica totalidad de sus bienes a los jesuitas de Madrid, incluyendo una parcela de terreno donde pudieron construir su nuevo colegio, inaugurado en 1608. Recordemos que los jesuitas de Madrid educaron a gentes de la talla de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, y muchos otros españoles ilustres en todos los ámbitos de la vida. El legado de María de Austria, de este modo, iba a tener un enorme impacto en la literatura y la cultura española del Siglo de Oro.

Siguiendo las convenciones del muy ritualizado género de las exequias fúnebres reales, el Libro de las Honras empieza con una dedicatoria encomiástica hecha por el Rector de la Universidad a la casa de Austria y a la hija de María, Margarita de Austria, monja clarisa de las Descalzas Reales de Madrid, donde María vivió retirada hasta su muerte. Vienen a continuación una descripción del catafalco y la decoración de la iglesia, la larga oración en latín del teólogo jesuita Juan Luis de la Cerda, y el magnífico sermón fúnebre, encargado al famoso predicador jesuita Jerónimo de Florencia.


Gran parte del resto del libro se compone de una antología de los poemas que elaboraron los padres jesuitas y sus alumnos en honor a la Emperatriz, pero el aspecto más singular e interesante de la obra es la descripción y reproducción de los 36 «jeroglíficos» o emblemas que se dispusieron en las paredes de la iglesia como parte del programa iconográfico de las exequias. Estaban cuidadosamente pensados como un refuerzo visual de los puntos principales del sermón fúnebre, lo que dio lugar a una original interconexión entre la palabra hablada y el oscuro atractivo plástico de toda la serie de imágenes emblemáticas.


Pensamos que esta traducción al inglés del Libro de las Honras pone al alcance del público internacional una manifestación muy importante y no demasiado conocida del género de honras fúnebres emblemáticas. Ilustra bien la predilección barroca por «predicar a los ojos» organizando celebraciones con exhibición pública de poesía e imágenes emblemáticas, una técnica pedagógica explotada de manera particularmente eficaz por la Compañía de Jesús en sus escuelas casi desde sus inicios. Además, otorga al libro una destacada importancia el hecho de que se trate de la primera obra de este tipo en España que incluye grabados con ilustraciones de unas exequias reales. El Libro de las Honras de la Emperatriz María de Austria interesa a historiadores de la España del siglo XVII, historiadores del arte, estudiosos del emblema, de la literatura española del Siglo de Oro, de la oratoria sagrada, de la historia del catolicismo y de la Compañía de Jesús.

Con estas palabras ha valorado la obra el profesor Frederick A. de Armas:
«Es un libro importante y fascinante. Tenemos una traducción al inglés que era muy necesaria de una obra rara y significativa, el Libro de las Honras de la Emperatriz María de Austria. Se trata, ciertamente, de una traducción legible y exacta. La obra habla de la emperatriz María, una figura muy importante en la Europa moderna. Proporciona un nuevo material, crucial para los historiadores, los historiadores del arte y todos aquellos interesados ​​en la literatura emblemática y en la literatura de la época. También ofrece una introducción concisa y excelente que analiza la estructura del libro, así como sus muchos emblemas. Uno de los puntos destacados es entender cómo los sermones de esta celebración fúnebre venían reforzados por los elementos visuales, mientras que el catafalco y los emblemas mostrados en el texto predicaban a los ojos. La constante interacción entre lo visual y lo verbal hace de este libro un documento importante para estudiar la relación entre las «artes hermanas» en la España de la Contrarreforma.» (Frederick A. de Armas: Andrew W. Mellon Professor of Humanities. Professor of Spanish and Comparative Literature. Chair, Department of Romance Languages & Literatures. University of Chicago)


Queremos agradecer de verdad el trabajo realizado por el equipo de Saint Joseph’s University Press, y de manera muy destacada al responsable directo de la publicación, el padre Joseph F. Chorpenning, a él se debe la magnífica calidad editorial y la belleza final del resultado.

26 septiembre, 2011

In nocte consilium



 In Nocte Consilium. Studies in Emblematics in Honor of Pedro F. Campa. Edited by John T. Cull and Peter M. Daly. Baden-Baden: Verlag Valentin Koerner (Saecvla Spiritalia 46), 2011.
isbn: 978-3-87320-446-1

Después de algunos años sin vernos, nos reencontramos en el último Congreso de la Sociedad Española de Emblemática (Madrid, 14-16 de septiembre) con Pedro Campa. Como siempre, fue una alegría compartir esos días —aunque las obligaciones nos devolvieran tan rápido a nuestros respectivos lugares de trabajo— y  tener cerca de nuevo su inteligencia y su buen humor. También fue un honor para nosotros haber colaborado, junto con otros amigos, en el precioso volumen de homenaje a toda su vida profesional que prepararon John T. Cull y Peter M. Daly. ¡Felicidades, Pedro, y hasta pronto!
HISPANIC EMBLEMS AND LITERATURE
· IGNACIO ARELLANO. Emblems in the Palace Plays of Calderón (The Symbolic Bestiary) (15-42)
· JOSÉ J. AZANZA LÓPEZ. An Emblematic Reading of a Regal Epistolary Exchange: Philip IV's Letters to Sister María de Ágreda, in the Light of Saavedra Fajardo (43-86).
· CHRISTIAN BOUZY. Latin Authors in the Emblemas Morales of Juan de Horozco (87-108)
· FREDERICK A. DE ARMAS. Venus in Taurus: Epic and Emblematic Astrology in Lope de Vega's Las almenas de Toro (109-124).
· AURORA EGIDO. The Heart of the King in Baltasar Gracián (109-124).
· JOSÉ JULIO GARCÍA ARRANZ. The Whore of Babylon: Tradition and Iconography of an Apocalyptic Motif in the Service of Modern Religious Polemics (153-180).
· RAFAEL ZAFRA. Clarifications and New Data on the Works of Juan de Horozco y Covarrubias (181-212).
BIBLIOGRAPHY AND EMBLEM THEORY
· PETER M. DALY. How Many Printed Emblem Books Where There? And How Many Printed Emblems Does Represent? (215-222).
· LUBOMÍR KONEčNý. The Emblem Theory and Practice of Bohuslav Balbín, S. J. (223-238).
· BÁRBARA SKINFILL NOGAL. Multiple Glances at the Mundus symbolicus by Filippo Picinelli. A Bibliographical Approach (239-271).
EMBLEMS, EMBLEMATIC IMAGES AND NUMISMATICS
· MICHAEL E. BATH. Sixteenth-Century Romayne Heads: Engravings by Virgil Solis Copied on Four Panels in the Victoria and Albert Museum (275-290).
· ANTONIO BERNAT VISTARINI and TAMÁS SAJÓ. Veritas filia Dei. The Iconography of Truth Between Two Cultural Horizons in the Ithica hieropolitica (291-322).
· JOSEPH F. CHORPENNING, O.S.F.S. Pilgrimage with the Redeemer in the Womb: St. Francis de Sales's 1610 Meditation on the Biblical Mystery of the Visitation (323-340).
·BERNARD DESCHAMPS. Imagery for a New Country: The Posters of the Oui-Side in the 1995 Quebec Referendum Campaign (341-372).
· RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES. Aspects of the Fig Tree and its Fruits in Emblematics (373-394).
· VICTOR MÍNGUEZ and INMACULADA RODRÍGUEZ. The Urban Emblems of Daniel Meisner. The Image of the City as a Treasury of Knowledge (1700) (395-428).
· SABINE MÖDERSHEIM. The Fervent Heart: Isabella de Spiritu Sancto's Herzbücher (Books of the Heart) (429-460).
· ALAN R. YOUNG. Kenny Meadows and the Emblematic Designs for Shakespeare's Cymbeline in Robert Tyas's "Shakespeare for the People" Project (1839-43) (461-484).

25 septiembre, 2011

Emblemática trascendente


Emblemática trascendente. Hermenéutica de la imagen, iconología del texto. Pamplona: Sociedad Española de Emblemática - Universidad de Navarra, 2011 (isbn: 978-84-8081-212-2)

Este volumen que se acaba de publicar recoge los trabajos presentados en el VII Congreso de la Sociedad Española de Emblemática (Pamplona, 9-11 de diciembre de 2009). Agradecemos de nuevo a los organizadores que nos invitaran a participar en una de las sesiones plenarias. Algunas de las aportaciones allí expuestas fueron entregadas para su publicación, previo riguroso proceso de evaluación, en el número próximo, el tercero, de la revista Imago. A continuación damos el índice completo del libro, un gran festín para quienes nos interesamos por estos temas.
PLENARIAS:
· Víctor MÍNGUEZ, El Toisón de Oro: insignia heráldica y emblemática de la monarquía hispánica (11-38).
· Rafael GARCÍA MAHÍQUES, Imagen conceptual e imagen narrativa (65-86).
PONENCIAS:
· Antonio AGUAYO COBO, El vicio sometido por la orden cartujana (87-102).
·María del Mar AGUDO ROMERO, Cuestiones matrimoniales en libros de emblemas (103-118).
· Enrique Gerardo AGUILERA LONGORIA, El Triunfo de la Iglesia: una narración en defensa de la fe (119-128).
· Montserrat Georgina AIZPURU CRUCES, Guadalupe y San Miguel: devoción jesuita, tradición popular (129-138).
· Ester ALBA PAGÁN, Vicio y virtud en la alegoría de exaltación monárquica: del fin del Antiguo Régimen al liberalismo (137-150).
· Rubem AMARAL Jr., Emblemática mariana na igreja do Antigo Recolhimento de N. S. da Conceição de Olinda (Pernambuco) e seus modelos europeus (151-162).
· Beatriz ANTÓN, Los Emblemata de Adriano Junio, el primer libro de emblemas holandés (163-174).
· José Javier AZANZA LÓPEZ, Oración fúnebre, emblemática y jeroglíficos en las exequias reales: palabra e imagen al servicio de la exaltación regia (175-194).
· Agustí BARCELÓ CORTÉS, Imagen, memoria y movimientos de revitalización social en la iconografía de la iglesia de San Francisco, Torreblanca, Castellón (195-118).
· Mª Dolores CASTRO JIMÉNEZ, Petrarca, fuente de los Emblemata de Adriano Junio (219-228).
· Francisco de Paula COTS MORATÓ, El tipo iconográfico de los ángeles adoradores. Reflexiones introductorias (229-240).
· Salvador COVARRUBIAS ALCOCER, La Muerte Arquera y la Alegría de Vivir (241-250).
· María José CUESTA GARCÍA DE LEONARDO, Emblemática militante: el uso del emblema en la decoración efímera para tiempos de guerra (251-262).
· Sergi DOMÉNECH GARCÍA, El Órgano Celeste como metáfora visual inmaculista en el templo de Guápulo de Quito (263-272).
· Reyes ESCALERA PÉREZ, La Fiesta Barroca como portavoz de la Emblemática: el caso de Sevilla (273-286).
· Antonio ESPIGARES PINILLA, Ciceronianismo en los primeros libros de emblemas: la oposición Puer / Senex en los Emblemata (Amberes, 1565) de Adriano Junio (287-300).
· Carlota FERNÁNDEZ TRAVIESO, Reutilización de elementos del programa iconográfico creado para el recibimiento a Isabel de Valois en Toledo en 1560 (301-310).
· Francisco FONSECA MARTÍN, Interpreteciones platónicas del jardín. Algunos ejemplos de la emblemática (311-316).
· Mª Celia FONTANA CALVO, El sincretismo religioso en la escultura del antiguo convento franciscano de Cuernavaca (317-329).
· José Julio GARCÍA ARRANZ, La imagen hermética y su dimensión emblemática: una aproximación (329-346).
· Édgar GARCÍA VALENCIA, El principio del fin. Hipótesis sobre la vigencia de la emblemática en la primera mitad del siglo XIX en México (347-354).
· María GARGANTÉ LLANES, Fiesta y emblema en un entorno jesuítico: las fiestas de canonización de san Estanislao de Kotska y san Luis Gonzaga en el Colegio de Montisión de Palma de Mallorca (355-362).
· Víctor INFANTES, La sátira antiespañola de los fanfarrones, fieros, bravucones y matasietes: las Rodomuntadas españolas y los Emblemas del señor español (1601-1608). Primero apuntes (I) (363-372).
· Pedro Germano LEAL, Escritas filosóficas sobre a confusão entre emblemas e hieroglifos (373-386).
· Miguel Ángel LEÓN COLOMA, Ovidio en el Palacio de la Calahorra: la Fortuna y el marqués del Cenete (387-398).
· Denise LEÓN PÉREZ, Jeroglíficos, alegorías y emblemas en las exequias cortesanas de María Luisa Gabriela de Saboya (1714) (399-406).
· Carme LÓPEZ CALDERÓN, La exaltación de la Deipara Virgo a través de la emblemática: la Capìlla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes de la Catedral de Lugo (407-416).
· Marica LÓPEZ CALDERÓN, La plasmación emblemática del concepto de artista barroco: Francisco de Moure y los jeroglíficos del coro de la Catedral de Lugo (417-424).
· Gorka LÓPEZ DE MUNAIN, De los meses en la Iconología de Cesare Ripa (425-434).
· Sagrario LÓPEZ POZA, «Nec spe, nec metu» y otras empresas o divisas de Felipe II (435-456).
· José Manuel LÓPEZ VÁZQUEZ, Goya, Palomino, la literatura emblemática y los retratos historiados de asunto metafórico (457-468).
· Estela MARTÍNEZ CABEZÓN, Medea Emblemática: la femina furens en los libros de emblemas españoles (469-484).
· Ana MARTÍNEZ PEREIRA, Imágenes simbólicas en los sermones de exequias: pintura y palabra en la muerte de María Sofía Isabel de Neoburgo (1699) (485-494).
· Mª Elvira MOCHOLÍ MARTÍNEZ, El Salmo 109 como origen de la iconografía de la Trinidad (495-506).
· Emilia MONTANER LÓPEZ, Cátedra de celestiales enseñanzas: símbolos e imágenes en las exequias de María Luisa de Orleans (507-516).
· Francisco MONTES GONZÁLEZ, Un jeroglífico alcantarino sobre el camino del Bien y del Mal (517-528).
· Elena MONZÓN PERTEJO, La evolución de la imagen conceptual de María Magdalena (529-540).
· Alfredo J. MORALES, Al Sol Hispano. Fiestas en Guayaquil por la exaltación al trono de Carlos IV (541-554).
· José Miguel MORALES FOLGUERA, La Caja-Escritorio del Museo Fuerte San Diego de Acapulco, un ejemplo de los emblemas de amor en Hispanoamérica (555-562).
· Eduardo MORALES SOLCHAGA, Emblemática en torno a la monarquía navarra en el exilio: reinas titulares y reinas consortes del siglo XVI (563-576).
· Juan José MORCILLO ROMERO, Un episodio de Artificiosa Memoria en «La Cena Secreta» de Javier Sierra (577-584).
· María José MUÑOZ, Las fuentes de las fuentes de los libros de emblemas: los florilegios medievales (585-594).
· Delfín ORTEGA SÁNCHEZ, El indio ladino en la emblemática política de La Primer Nueva corónica i Buen Gobierno (1515-1516): el caso de don Cristóbal de León (595-606).
· José A. ORTIZ GARCÍA, Novísimos y cartujos. La cultura gráfica catalana en torno a la muerte (607-618).
· Genoveffa PALUMBO, Mondo reale e mondo ideale nel frontespizio del Mondo simbolico di Filippo Picinelli (1653-54 e 1669) (619-638).
· Nieves PENA SUEIRO, Las empresas de las reinas de Castilla (1504-1611) (639-650).
· Sandra Mª PEÑASCO GONZÁLEZ, Emblemática aplicada en el torneo de Zaragoza de 1630 según la relación de Bartolomé Leonardo de Argensola (651-660).
· Carlos PÉREZ GONZÁLEZ, La ratonera como motivo pictórico y literario en los Emblemata (1565) de Adriano Junio (661-672).
· Candela PERPIÑÁ GARCÍA, Los ángeles músicos en el tipo iconográfico de la Anunciación (673-688).
· Alma REZA, Ceremonia y presencia real en Barcelona. Juan José de Austria y la fiesta de los plateros (1677) (689-698).
· Raquel RIVERA TORRES, La Trinidad apofática (699-708).
· Luis ROBLEDO ESTAIRE, Música y virtud en los pentagramas de Juan de Borja y Alejandro Luzón de Millares (709-719).
· Fernando R. DE LA FLOR, Pantalla total: la casa de ejercicios espirituales como locus del imaginario jesuítico (719-730).
· Inmaculada RODRÍGUEZ MOYA, Iconografía de la ceremonia nupcial y el matrimonio en la cultura simbólica europea I (731-748).
· José ROSO DÍAZ, El asno incombustible. De la repetición de la imagen a la renovación del texto en el panfletario europeo de los siglos XVI y XVII (749-758).
· Gema SENÉS RODRÍGUEZ, La imagen de la prudencia en los Hieroglyphica de Pierio Valeriano: loci communes en la tradición simbólica (759-772).
· Luis VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ, Es el mundo un lienzo de pintura. Mirada, sombras y desengaño en la cultura barroca hispana (773-784).
· Teresa ZAPATA FERNÁNDEZ DE LA HOZ, Atlas-Hércules. Metáfora del poder y gobierno de los Austrias (785-797).

22 septiembre, 2011

Imago

Los días 14, 15 y 16 pasados estuvimos en Madrid convocados, como cada dos años, por la Sociedad Española de Emblemática que organizaba su Octavo Congreso. Esta vez, desde la Universidad Complutense, los responsables de que todo saliera tan perfecto fueron Víctor Infantes, Ana Martínez Pereira e Inmaculada Osuna Rodríguez. Entre ponencias y comunicaciones contamos hasta 73 intervenciones.

Se presentaron también las Actas del anterior Congreso celebrado en Pamplona, Emblemática trascendente. Hermenéutica de la imagen, iconología del texto (coordinado por Rafael Zafra y Javier Azanza), el volumen de homenaje al profesor Pedro M. Campa, In nocte consilium (coordinado por John T. Cull y Peter M. Daly), y el segundo número de Imago. Revista de Emblemática y Cultura Visual.


ESTUDIOS:
· Epitalamios e himeneos. Iconografía y literatura nupcial en las cortes del Barroco. Inmaculada Rodríguez Moya (7-24).

· Entre el libro de emblemas y el manual de conducta militar: las Empresas Políticas Militares de Pozuelo, obra crepuscular de la emblemática hispana. José Javier Azanza López (25-48).

· La mala fortuna de Cleopatra en la Batalla de Accio. Rubem Amaral Jr. (49-60).

· Las exequias de Isabel de Farnesio en Guatemala. Francisco José García Pérez (61-78).

· Del túmulo de Carlos II al túmulo del Delfín de Francia: tránsito en imágenes por la Guerra de Sucesión en Granada. María José Cuesta García de Leonardo (79-94).

· Nuevas lecturas en torno al retablo mayor de San Jaime Apóstol de Algenesí. Enric Olivares Torres (95-116).

· Antonio Pisano y Enrique Giner: dos visiones medallísticas sobre Alfonso V, el Magnánimo. Antonio Mechó González (117-126)

· «Una pintura que se contiene en un pliego grande». El tablero de la Filosofía cortesana de Alonso de Barros: una Oca emblemática entre España e Italia (1587 y 1588). Víctor Infantes (127-135).
LIBROS:
· Las sibilas en el Arte de la Edad Moderna, Europa Mediterránea y Nueva España. De José Miguel Morales Folguera. Reyes Escalera Pérez (137).

· El sueño de Eneas. Imágenes utópicas de la ciudad. Eds. Víctor Mínguez, Inmaculada Rodríguez, Vicent Zuriaga. Juan Chiva Beltrán (139).

· Deleitando enseña: una lección de emblemática. Libros de emblemas en la Universidad de Navarra. De José Javier Azanza y Rafael Zafra. Sergi Doménech García (143).

Imago parece estar ya consolidada, empieza a andar por sí misma y goza de buena salud. Desde su Consejo de Redacción podemos felicitarnos no solo por haber sacado este segundo número sino porque ya están en marcha el tercero y el cuarto. Asimismo, se presentó la colección de libros «Anejos de Imago» que, sin duda, irá marcando un espacio de referencia propio para los estudios de emblemática y cultura visual en el ámbito internacional. En las próximas entradas hablaremos de las otras publicaciones presentadas en este Congreso.

21 septiembre, 2011

Amistad



En nuestra infancia, al acercarse las fiestas más importantes de Hungría, el 7 de noviembre y el 4 de abril —ésta última, la liberación por el Ejército Rojo— los periódicos publicaban repetidamente los lemas sugeridos para el desfile de la celebración. Así, los responsables de la decoración de la fábrica podían preparar con tiempo los carteles exponiendo las líneas del partido. Las consignas cambiaban sutilmente de año en año, siguiendo las tácticas ideológicas –¡pero cuántas diferencias escondían estas sutilezas para un oído refinado!— Con todo, una declaración fija era la «amistad eterna e inquebrantable», bien entre nuestra patria y la Unión Soviética, bien entre los países del llamado campo de la paz.

Desde entonces muchas cosas que se creían irrompibles demostraron su fragilidad, y después de romperse nos encontramos con su garantía caducada, tanto en el Este como en el Oeste. Pero no fue exactamente igual en algunas tierras de nadie entre ambos polos, como Ucrania, que después de aquella efímera floración naranja sigue aún soñando en su letargo.


En el mapa de Lwów, en el extremo sur de la larga Plaza de la Libertad, detrás de la columna de la Virgen restituida donde hasta ahora había una estatua de Lenin, pueden verse claramente los letreros de la librería más grande de la ciudad anunciando sus productos en varios idiomas. Además de ucraniano, están en francés y también en polaco. Tal vez sea el único letrero post-1945 en polaco de toda Lwów. Nos sorprendió el internacionalismo, tan inusual en Ucrania. Pues bien, se podría pensar, después de todo ha habido una cierta apertura en este país, y dónde verla mejor que en el templo del espíritu.


Además, si nos acercamos al edificio desde la vieja calle de la judería —en el mapa marcada como Староеврейская—, la sorpresa aumenta al encontrar un letrero en húngaro. ¿A quién se dirige? ¿Quizá a las ciento cincuenta mil personas que integran la fuerte minoría étnica húngara en la región occidental de Subcarpacia? Sería extraño. Después de todo, no hemos visto tantas atenciones ni siquiera en Ungvar / Uzhgorod, el centro de su región. Bien, parece pues que Lwów ha conservado su espíritu cosmopolita, aunque no así sus nacionalidades.


Pero la verdadera sorpresa nos esperaba en la tienda. Allí nos dan la bienvenida los escudos de varias naciones, escudos caídos en desuso en sus propios países desde, por lo menos, veinte años atrás.




Escudos de armas socialistas, húngaro, checo y rumano pre-1989

La dependienta, que también parece llevar de pie detrás del mostrador desde hace veinte años, al ver nuestra curiosidad nos explicó que en aquel tiempo la librería se llamaba Amistad, y que fue entonces cuando colocaron los escudos de todos los países socialistas, y los letreros en sus idiomas correspondientes —además de en francés, tal vez como signo de apertura de espíritu. Y así se quedó para siempre, pues desde hace veinte años no se ha encontrado dinero para renovar la decoración de la tienda.

No sabemos si esta amistad, que ha demostrado hasta ahora ser irrompible, será también eterna. Nos tememos que no. Sin embargo, sí ha demostrado lo que Cicerón consideró como una de las principales pruebas de la verdadera amistad: mantenerse más allá de la tumba.

12 septiembre, 2011

Drohobycz y el mundo


Detalle del mapa de Drohobycz y alrededores elaborado por el Instituto Geográfico Militar de Varsovia en 1934
—clic sobre la imagen para ver el mapa completo en alta resolución—

Entramos en Ucrania por la frontera húngara y avanzamos con prisa hacia Drohobycz porque el día se acorta y tenemos que hacer noche en Lwów. El paisaje de colinas suaves de la Galitzia oriental, todavía verde a finales de agosto, es más dulce con la luz de la tarde. Esta luz y este aire son los protagonistas de las primeras páginas del primer libro de relatos de Bruno Schulz, Sklepy cynamonowe (Las tiendas de color canela, 1933), que él consideraba algo así como una novela autobiográfica: «es autobiografía —dice Schulz— o, más bien, genealogía espiritual, genealogía κατ' ἐξοχήν [por excelencia] ya que presenta la genealogía espiritual hasta la profundidad donde penetra en la mitología, donde se pierde en el delirio mitológico» (B. Schulz, Księga listów (el libro de las letras), 1975, p. 155).


La enrevesada profusión de hierbas, hierbajos, malezas y cardos hierve en el fuego del mediodía. La siesta del jardín vibra con el zumbido de las moscas. El rastrojo dorado grita al sol como la langosta parda; en la lluvia torrencial del fuego chillan las cigarras; las vainas explotan silenciosamente, como los grillos. En dirección a la valla, la mata de hierbas se eleva en una prominente colina jorobada, como si el jardín girara al revés en sueños y sus macizos hombros campesinos respiraran el silencio de la tierra. Sobre estos hombros del jardín la femenina y desaliñada frondosidad de agosto, crecida en los sordos precipicios de enormes bardanas, desbordaba las capas de escamas peludas de las hojas con sus grandes lenguas de verdor carnoso. Allí, esas mujeronas apoltronadas se expandieron semidevoradoras por sus faldas airadas. Allí, el jardín vendía por nada los más baratos ramos de lilas salvajes, la semilla de plátanos olía a jabón, el aguardiente agreste de la menta y todas las fruslerías de agosto. (Las tiendas de color canela, «Agosto», trad. de Elzbieta Bortkiewicz)

La exuberancia verbal, algo caótica, de Schulz y su imaginación plástica nombran, adjetivan profusamente, dotan de sensorialidad a las frases y buscan reconstruir la infancia en un proceso condenado a no completarse nunca —hilvanando objetos, mezclándolos en sinestesias que quieren atrapar en su red un mundo de percepciones primitivas, desvanecidas para siempre—.


«Con excepción de breves estancias en Varsovia, Cracovia y Viena y una temporada en París (1938), Bruno Schulz pasó toda su vida en Drohobycz. Esta pequeña ciudad, en parte gracias a haberse descubierto petróleo en sus proximidades, era una encrucijada de negocios y movimientos de personas que la mantenían en contacto con las ciudades de la modernidad, y especialmente con su antigua capital, Viena. Había, por ejemplo, un instituto estatal (Rey Wladyslaw Jagiello), que enviaba a sus mejores alumnos a las universidades de Viena y Lwów, y un cine pionero, el Urania, dirigido por el hermano mayor de Bruno, el ingeniero Izrael «Izidor» Schulz (1881-1935). Por lo demás, la famosa Ulica Krokodyli (calle de los Cocodrilos, que en la realidad era probablemente la Ulica Stryjska), cuyo nombre da título a uno de los relatos más sarcásticos de Schulz, representa precisamente el nuevo rostro de la pequeña ciudad: llena de vida, de negocios, de estafas, hasta el punto de ganarse el apelativo de «la California de Galitzia». Y la obra de Schulz, al tiempo que muestra un mundo casi fuera del tiempo —que es además el mundo de la infancia convertido en mito— es también la representación de un mundo urbano y social que está cambiando de aspecto con gran celeridad». (Francesco M. Cataluccio, «Madurar hacia la infancia. Introducción a Bruno Schulz», Madrid: Siruela, 2008, 13-14).


«Schulz nunca consiguió liberarse de Drohobycz ni abandonar la ciudad, que para él era el único lugar seguro y productor de mitos que existía en el mundo. De la Drohobycz de aquellos años tenemos, sin embargo, una descripción muy diferente, la que nos ofrece el escritor alemán Alfred Döblin (1878-1957), autor de Berlin Alexanderplatz (1929), que escribió reportajes desde Polonia en 1924. Coherente con la imagen que se formó Döblin de la Galitzia oriental como una tierra de pobreza, una imagen que compartían todos los viajeros compatriotas suyos de la época, Drohobycz aparece ante nosotros como un lugar de sórdida miseria. [...] En 1910, Schulz fue a estudiar arquitectura a Lwów, pero la mala salud, la pobreza y la nostalgia lo hicieron regresar al cabo de tres años al pueblo». (Cataluccio, cit., 15).

Las impresiones negativas de Europa Oriental de Döblin, por cierto, las comparten muchos otros escritores alemanes de origen judío (cf. C. Sonnino, Esilio, diaspora, terra promessa. Ebrei tedeschi verso Est, Milán: Mondadori, 1998). El mismo Joseph Roth describe con toda la carga simbólica del silencio y la ausencia de Dios, del exilio de la shekhiná, los paisajes de la Galitzia en que nació. Por ejemplo en su Radetzkymarch: «Los inhóspitos pantanos cubrían sin descanso toda la superficie de la región, invadiendo los márgenes de las carreteras con sus sapos, sus miasmas y sus hierbas malignas [...] Muchos habían caído en ellos, pero nadie había oído sus gritos de ayuda [...] En primavera y en verano el aire se llenaba del incesante y monótono croar de las ranas, mientras arriba en el cielo se alborozaba el trino igualmente monótono de las alondras» (cit. por Claudio Magris, Lejos de dónde. Joseph Roth y la tradición hebraico-oriental, Pamplona: Eunsa, 2004, 262).

Al fondo, sobre el tejado verde y gris, asoma el frontón de la vieja sinagoga abandonada de Drohobycz.

«El 12 de septiembre de 1939 [hoy hace justo 72 años] la ciudad de Drohobycz fue primero ocupada por los alemanes y después entregada a los soviéticos, el 24 del mismo mes, en virtud del Pacto Ribbentrop-Molotov. En 1941 fue reconquistada por los alemanes que dieron comienzo de inmediato a la labor de persecución y aniquilación de los judíos. Schulz, que ya se había visto obligado a plegarse al terror instaurado por los soviéticos (tomando parte en la farsa de las votaciones para la anexión a Ucrania occidental, se había afiliado al sindicato y se había adaptado a dar clase debajo de los retratos de Stalin y Marx), tuvo que trasladarse al gueto del pueblo. Gracias a su conocimiento de la lengua alemana, fue «empleado» por un oficial alemán, el fanático carpintero austríaco Felix Landau. Fueron vanos, en parte por su indecisión de abandonar Drohobycz, los intentos de sus amigos de Varsovia de hacer que escapara. Cuando finalmente cambió de idea y a través de la resistencia polaca recibió documentos falsos y dinero, el 19 de noviembre, en el curso de una «operación salvaje» de la Gestapo dentro del gueto, lo mató en la calle un funcionario de la Gestapo, Karl Günther, que se jactó del hecho, como venganza porque el "patrón" de Schulz había matado a "su" judío». (Cataluccio, cit., 24).


El cuerpo de Schulz nunca se encontró. Su amigo Izydor Friedman lo sepultó en una fosa común en el cementerio judío, sobre el cual la administración soviética edificó en la posguerra una ciudad-dormitorio. En el lugar donde fue asesinado, apenas hay una lápida en el suelo que pasa desapercibida, mientras el dudoso héroe nacional ucraniano, Stepan Bandera, preside con estatuas, fotos y carteles todas las perspectivas de la ciudad.



Adam Zagajewski escribió un breve ensayo sobre Schulz y su ciudad cuyo título, «Drohobycz y el mundo», hemos utilizado para encabezar esta entrada. Tras haber estado en Drohobycz rastreando las escasas huellas de Schulz, reproducimos esta página que coincide con nuestras propias impresiones.


«... Sus dilemas y conflictos eran el emblema de la periferia, del provincianismo y de la vida intelectual en las comarcas fronterizas, y Schulz necesitaba el vínculo con la provincia más que el aire que respiraba. [...] Hoy en día, contemplamos el destino de Bruno Schulz desde la perspectiva de su muerte absurda en el gueto de Drohobycz, una muerte cuya sombra se extiende a toda su vida. Sin embargo, su biografía abunda en momentos normales y corrientes. Lo más extraordinario en ella es su talento, la habilidad taumatúrgica con la que convierte la vulgaridad en magia. Y precisamente alrededor de eso se concentran sus miedos —los suyos y los de muchos escritores destacados—. Schulz teme que le falte tiempo e inspiración, que lo engulla el suplicio de su día a día en la escuela. [...] En su prosa, el Drohobycz provinciano se transforma en un Bagdad oriental, en una ciudad exótica de Las mil y una noches, y la vida del autor, tocada con la misma varita mágica, se escapa a las clasificaciones. Si no hubiera escrito ni dibujado, no habría sido más que un triste profesor de manualidades, un hijo de la clase media judía, el malogrado heredero de una familia de mercaderes, un soñador que escribía largas epístolas a otros soñadores. [...] Sin embargo, el caso de Schulz es particular: en su obra el enfoque metafísico e imaginativo tiene un contrapeso concreto en la realidad geográfica y familiar de la que saca imágenes a manos llenas, como si recordara que la literatura tiene cuerpo y alma, y que la añoranza neorromántica de los elementos definitivos y absolutos del universo debe compararse y confrontarse con una existencia implacablemente dura, provinciana e idiomática».


«Ese cómplice duro de la mística de Schulz es Drohobycz, una pequeña ciudad de las cercanías de Lwów que Schulz no había elegido, del mismo modo que no elegimos nuestro rostro, nuestros genes ni nuestras pecas. Schulz nació en Drohobycz, una ciudad igual de modesta que su físico. En Drohobycz residía su imaginación, y la imaginación es increíblemente astuta. Permite elogiar de un modo muy ambiguo un objeto real, corpóreo. Encomiarlo, ensalzarlo, alabarlo y adornarlo. ¡Pero esos elogios y adornos no son más que una huida elegante, un truco exquisito que nos permite abandonar el lugar que tanto idolatramos! Convirtiendo en un lugar extraordinario, divino, a un Drohobycz claustrofóbico y mugriento, donde probablemente no había nada hermoso salvo los jardines medio salvajes, los huertos, los cerezos, los girasoles y las empalizadas carcomidas, Schulz pudo decir adiós y abandonarlo».


«Precisamente pudo marcharse hacia el mundo de la imaginación sin ultrajar por ello a su ciudad; al contrario, la elevó a unas alturas insólitas. Hoy en día, incluso en Nueva York saben algo de Drohobycz, un Drohobycz que ya no existe, y todo gracias a los subterfugios alocados de la imaginación de un pequeño maestro de dibujo y manualidades. Para colmo, no se ha salvado más que el Drohobycz creado por Schulz; la vieja ciudad histórica, llena de tiendas judías y callejones tortuosos, desapareció de la faz de la tierra. Ahora existe solo el Drohobycz soviético que —como toda ciudad soviética— es una obra maestra del realismo socialista, lo cual en urbanismo se traduce en una semejanza asombrosa con un gigantesco cuartel». (A. Zagajewski, «Drohobycz y el mundo», en Dos ciudades, Barcelona: El Acantilado, 2006, 235-236).


Antes de abandonar Drohobycz nos acercamos hasta su noble y desolada sinagoga,
hoy en ruinas. Se dice que en su día fue la más grande de Europa.


«Las viejas casas, pulidas por el viento de muchos días, se teñían con los reflejos de la gran atmósfera, los ecos y los recuerdos de los colores diseminados en la profundidad del tiempo policromático. Parecía que generaciones enteras de días estivales desconchaban (como artesanos pacientes quitando el moho de los estucos de las fachadas) los azulejos engañosos y día a día descubrían a la luz la faz verdadera de las casas, la fisonomía de la vida y del destino que iba formándolas desde su interior». (Bruno Shulz, Las tiendas de color canela, «Agosto», trad. de Elzbieta Bortkiewicz)

Ya anochecía cuando dejábamos atrás la silueta de Drohobycz de camino a Lwów