25 enero, 2014

El cementerio de Czernowitz



En 1930, en el último censo previo a la guerra, la composición étnica de Czernowitz / Chernivtsi, la capital de Bucovina y la ciudad comercial más oriental del antiguo Imperio Austro-Húngaro –llamada tanto «pequeña Viena» como «Jerusalén del Prut»– era como sigue: 27% judíos, 23% de rumanos, 21% alemanes, 18% ucranianos y el resto polacos, húngaros, rutenos, checos, italianos, griegos y aun otras ciudadanías testimoniales. Y a pesar de que la Segunda Guerra Mundial convirtió a esta polícroma babel en algo mucho más gris, con todo, el cementerio, que siempre refleja las condiciones de dos o tres generaciones atrás, revela la convivencia y hasta podríamos decir en muchos casos, la coalescencia, de todos esos pueblos. No es raro ver en la misma tumba juntos nombres ucranianos y polacos, o un epitafio en alemán para un difunto rumano.



El cementerio judío solo está separado del cristiano por un camino estrecho, por lo que al salir de uno se entra inmediatamente en el otro, facilitando así el paso a los antiguos ciudadanos de Czernowitz, que por lo general tenían antepasados en ambos cementerios.




La cúpula funeraria judía otea los dos cementerios y es visible desde cualquier punto de ambos, formando puntos de vista peculiares desde las sepulturas. Parece haber sobrevivido a la guerra relativamente intacta, y su decadencia se puede fechar en las últimas décadas, ya que los habitantes de la Jerusalén-del-Prut transfirieron su sede a la Jerusalén-del-Cedrón.



Un muro de la memoria, erigido con fragmentos de lápidas, permanece de pie junto a la cúpula. Las piedras no han sido víctimas de los habituales actos de vandalismo durante la guerra, ya que la mayoría del vasto cementerio está intacto. Están así más bien porque son restos de las viejas lápidas estropeadas –como sugiere una inscripción– que el ayuntamiento trató de preservar de este modo.



Las reliquias judías de Czernowitz bajo la ocupación rumana fueron mucho menos destruidas durante la Segunda Guerra Mundial que las de la vecina Galizia. La mayoría de la población judía, para quien el alcalde de la ciudad, Traian Popovici, logró obtener la exención de la deportación de Transnistria, también sobrevivió a la guerra. El amplio cementerio que se alarga detrás de la zona funeraria, donde aún hubo entierros tan tarde como los años 70, ha conservado gran cantidad de sus hermosas lápidas. Y la antigua diversidad nacional y étnica de Czernowitz queda bien atestiguada por el hecho de que, al igual que en el cementerio cristiano, también aquí hay inscripciones en alemán, polaco, rumano, ruso, hebreo, yidis y nombres y mezclas por igual.





05 enero, 2014

San José, Galizia


Esta foto nos la envió Héjoká por si alguno de nuestros lectores pudiera reconocer los rostros que aparecen en ella. La difundió originalmente en Facebook Szabolcs Szilágyi, de Varsovia, con el siguiente texto:

«La foto, que retrata a dos soldados húngaros de paisano, me la hizo llegar un investigador de la historia local polaco. Provenía del pueblo de Galizia Święty Józef (hoy pertenece a los Cárpatos ucranianos). En otoño de 1944 un destacamento de húngaros movilizados en Nyíregyháza fue estacionado allí. Dejaron esta foto de recuerdo a la familia polaca con la que se alojaron, en una casa en ulica Warszawska. Hoy nadie recuerda sus nombres. […] Por favor, háganme saber si reconocen a los jóvenes húngaros de esta foto que ya cuenta con casi 70 años».

Nosotros quisimos colaborar en la tarea añadiendo aquí un mapa de aquel pueblo, pero resultó difícil. Es más, no existe en toda Galizia ningún asentamiento llamado Święty Józef (o, en español, San José).

Si uno busca en la red polaca, pronto averigua por qué. Durante la Segunda Guerra Mundial el pueblo todavía existía, en Pokutia, región perteneciente a Polonia desde 1325 y desde 1945 a la Ucrania soviética, una zona rodeada por las faldas de los Cárpatos al oeste, la frontera con Rumania al sur y Ucrania Bukovina al este. Las rápidas aguas del Cheremosh fluyen a través de ella desde los Cárpatos hasta el pueblo de Kuty, que dio nombre a la región y que en septiembre de 1939, durante la retirada del ejército polaco, llegó a ser capital de Polonia durante unos días. Su centro, sin embargo, es Kolomea, en otro tiempo una populosa ciudad judía y polaca, ahora una ciudad ucraniana pura.


Święty Józef se ubicaba a unos veinte kilómetros al oeste de Kolomea, como mostramos en el mapa de Google modificado abajo (proveniente de aquí). El río que corre hacia Kolomea siguiendo la carretera amarilla inferior es el Prut. Los lugares marcados desde A hasta E también fueron aldeas polacas: Św. Stanisław, Siedliska, Mołodyłów, Chorosno, Tłumaczyk.



En el mapa de Google actual Święty Józef brilla por su ausencia, al igual que las otras antiguas aldeas polacas. La carretera marcada en rojo que un día cruzó el pueblo hacia la vieja Hołosków también ha desaparecido, pues ya nadie la necesita. Un enorme campo vacío bosteza en el lugar de la aldea, como si la tierra se la hubiera tragado. ¿Qué fue lo que ocurrió?

Las aldeas polacas de Pokutia, al igual que casi todos los pueblos polacos del antiguo este de Polonia, desde Volhynia al norte hasta la frontera con Rumania en el sur, estuvieron bajo constante asedio desde el inicio de la ocupación alemana. El Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), que se constituyó originalmente como aliado de la Wehrmacht, exterminó sistemáticamente a judíos y polacos de aquellas poblaciones a fin de crear un fait accompli que ayudara a proclamar un estado ucraniano étnicamente puro. Hacia el final de la guerra habían asesinado a varios cientos de miles de judíos y polacos en el territorio de la actual Ucrania occidental. Algunas fotos hirientes sobre el genocidio pueden verse en la web y preferimos no reproducirlas aquí. En 2007 el comandante en jefe del UPA, Roman Shukevich fue declarado Héroe de Ucrania por el Presidente del país, y en el pub de la plaza principal de Lwów la nostalgia militar de aquel ejército aún goza de notable predicamento.

Actos de genocidio de la UPA en los pueblos polacos del distrito de Kolomea, 1939-1946
(el diámetro este-oeste del área es de ca. 40 km.). Los puntos negros señalan los
escenarios del genocidio, mientras que de los puntos blancos no tenemos datos.
Fuente: la página de Kolomea del sitio Ludobójstwo, que también da el
número de víctimas de cada pueblo. Abajo: la antigua iglesia católica
de Święty Józef y la cruz repuesta en su lugar tras la destrucción.


El genocidio se recrudeció a finales de 1943, cuando la UPA rompió con las fuerzas de ocupación alemanas y puso en marcha por su cuenta una guerra de liberación nacional. Esta es la razón por la que las aldeas polacas dieron una cálida bienvenida a todos los batallones húngaros llegados aquí durante el invierno de 1943-1944 para construir un frente de defensa contra el Ejército Rojo que se aproximaba a lo largo –más o menos– de la línea roja indicada en el primer mapa.

«Nuestro alojamiento es muy bueno. El doctor y yo estamos viviendo con una amable familia polaca. Nuestra anfitriona casi parece que nos lee el pensamiento y de inmediato trae la leche. Esto ya se ha convertido en fenómeno habitual, y muy agradable para nosotros; y a menudo nos preguntamos por qué la población local se comporta de un modo tan amable y atento. Hubo un pequeño pueblo donde yo tan solo estaba buscando una casa para alojarme y una anciana salió a darme una taza de leche, y no me soltó hasta que hube tomado unas cuantas tazas bien llenas. En otro lugar ya estábamos saciados de leche, mantequilla y huevos y aún cuando nos despedían con lágrimas en los ojos, la niñera corría tras de mí con un tazón de cuajada».

Esto escribía el capitán húngaro Andor Salgó en su diario del 22 de abril de 1944 en Iwanowce, a orillas del Prut, a solo cinco kilómetros al sur de Święty Józef (ver el mapa de Google, arriba). Como miembro del batallón 21/I de Kassa (hoy Košice ) defendió este frente desde la primavera hasta el verano de 1944 en contra de la inicial retirada y posterior ataque de los soviéticos. Su diario es también una fuente única de información sobre los últimos meses de los pueblos polacos de esta zona.

Según Szabolcs Szilágyi el tramo frente al norte de Iwanowce, es decir, alrededor de Święty Józef, fue defendido por un cuerpo movilizado en Nyíregyháza. Según la edición de 25 de noviembre de 2013 del diario Blikk –única fuente online con información sobre este apasionante episodio de la microhistoria–, este cuerpo pertenecía al regimiento de infantería número 12 de Nyíregyháza. Dicho informe también menciona que, de acuerdo con el Departamento de Defensa, 199 soldados húngaros fueron enterrados en el cementerio militar local –y casi el mismo número aparece en el diario de Andor Salgó–. El cementerio, sin embargo, fue arrasado por el ejército soviético sin dejar ni rastro.

«Pasado Delatyn el camino ya me es familiar, pues con frecuencia he marchado por aquí desde 1941. La única diferencia es que en lugar de aquellos lugares pacíficos de entonces ahora me recibían aldeas incendiadas o profundamente devastadas, destruidas por los soviéticos al retirarse. A menudo nos encontramos con tumbas de soldados de no más de 2 o 3 días. Grandes batallas de tanques se habían librado aquí días atrás y ninguna de ellas sin muchos muertos». (Andor Salgó)

Una gran parte de los habitantes de Święty Józef y de los asentamientos polacos circundantes abandonó sus centenarias residencias junto con las tropas húngaras en retirada. Quienes quedaron iban a ser desterrados por las autoridades soviéticas en 1945, junto con la población polaca completa de la Kresy, es decir, de Polonia oriental (desde entonces: Ucrania occidental y Bielorrusia occidental). Al llegar a una Polonia mutilada tuvieron que compartir durante años el problemático destino de los otros refugiados de la Kresy, hasta que se establecieron en la Silesia alemana –otorgada por las grandes potencias a Polonia a cambio, justamente, de la Kresy–. Los dos millones de habitantes alemanes de Silesia fueron, a su vez, exiliados a una mutilada Alemania donde compartieron durante años el complicado destino de los catorce millones de refugiados de los antiguos territorios orientales. Los habitantes de Święty Józef anduvieron dispersos por varios lugares pero la mayoría se estableció luego en Olbrachcice Wielkie, el antiguo Groß-Olbersdorf alemán, setenta kilómetros al sur de Wrocław, la antigua Breslau, que ahora acoge a las familias polacas exiliadas de Lwów. Y es aquí donde sus descendientes podrían haber conservado la foto entregada a sus antepasados por unos soldados húngaros de Nyíregyháza en San José de Galizia, antes de abandonar el pueblo.

Los descendientes de los antiguos habitantes de Święty Józef –al igual que los de Lwów– aún conservan bien vivo el recuerdo de su tierra natal, y publican una serie de libros y blogs. El de mejor información es Historia pamięcią pisana, «memorias de San José de Pokutia», con una serie de documentos, reconstrucciones y relatos de viajes. Las pocas familias que ahora viven en un par de casas rurales en el territorio que ocupó la antigua aldea muestran con entusiasmo a los visitantes polacos lo poco que sigue siendo visible.

La antigua calle Varsovia, mirando al norte

La antigua calle Varsovia, mirando al sur, hacia los Cárpatos

En la antigua calle Varsovia donde vivieron los anfitriones de los dos soldados de Nyíregyháza, entre el grupito de árboles a la derecha de la foto de arriba, le muestran dos cruces al autor del blog.

«Más abajo de la calle Varsovia, hacia al sur, cerca de la antigua calle de la escuela, hay algunos árboles en la acera derecha de la calle. [El ucraniano] Lubomir señala dos cruces allí en medio. Yo no sé quiénes pueden ser, dice, es poco probable que fueran polacos: ¿es posible que fueran colonos anteriores, de antes de los polacos? Las cruces fueron visitadas al parecer recientemente por alguien. Vamos más cerca. Las cruces están hechas de metal y en una de ellas hay una corona hecha de piñas y una cinta tricolor. Estos tres colores me sonaban extrañamente familiares de algún sitio. Después de un tiempo dimos con la clave: son los colores de la bandera húngara. Una de las tumbas tiene una placa que también confirma nuestra hipótesis: József Názárovics, 1921-1944, y el número del batallón: dfz. sz. 4212. 21. 0037. Estas son pues las tumbas de aquellos soldados húngaros –madziary, como mi abuelo solía decir– que durante la Segunda Guerra Mundial se estacionaron en el pueblo por un tiempo. De las historias de mi abuelo me acuerdo que cuando el frente estaba al lado de la aldea, los madziary le pidieron que llevara comida al frente. La otra tumba está sin marcas».


No sabemos si los soldados húngaros de estas tumbas tienen relación con los jóvenes de la foto, ni por qué los enterraron aquí en vez de en el cementerio militar húngaro, que estaba en algún lugar más al sur. Pero el pueblo destruido mantuvo y ha conservado hasta ahora sus tumbas, al igual que la antigua familia de la calle Varsovia guardó la foto, y que los exiliados custodian aún los recuerdos del pueblo. Toda la historia de Ucrania anterior a 1945 debe reconstruirse con estos fragmentos. Mientras todavía existan.

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Una selección de fotos del desaparecido pueblo de Święty Józef tomada de los blogs Historia pamięcią pisana y Opowieści Babci Kasi, así como de la página de Facebook dedicada a la historia del lugar.