28 diciembre, 2016

La copa de san Juan

Hans Memling: San. Juan Evangelista escribiendo el «Libro de las Revelaciones» en la isla de Patmos, ca. 1479. Detalle del Altar de san Juan en Brujas

El 24 de junio, la noche de verano por antonomasia, día de san Juan Bautista vimos algunas representaciones poco conocidas del santo: el Juan bicéfalo y el Juan ángel alado, este último a veces con una copa o cáliz en la mano donde flota el Niño Jesús. Hoy, festividad de san Juan Evangelista, tenemos una representación similar de este otro Juan bendiciendo una copa en la que el veneno que le iba destinado sale en forma de serpiente o dragón.

El Greco: San Juan Evangelista, 1595-1604

San Juan Evangelista es mejor conocido por otros tipos iconográficos más populares porque se basan en los libros del Nuevo Testamento: cuando en la Última Cena inclina la cabeza sobre el pecho de Cristo, cuando él y la Virgen velan debajo de la cruz y Cristo le confía a su madre, o cuando escribe el Apocalipsis o su Evangelio en la isla de Patmos. La fórmula iconográfica «Juan con la copa», sin embargo, carece de fuente bíblica. Este tipo proviene de una obra apócrifa del siglo II, los Hechos de Juan, donde Aristodemo, el primer sacerdote del templo de Artemisa en Éfeso, obliga al Apóstol a beber veneno. La historia tuvo éxito en la colección medieval más popular de leyendas de santos, la Leyenda áurea, del siglo XIII. Los Hechos de Juan originales la cuentan así:

«Luego que Aristodemo, que era jefe de los sacerdotes de todos aquellos ídolos, vio esto [la destrucción de muchos templos paganos de Éfeso y la conversión de 12.000 personas], lleno de un espíritu maligno agitó la sedición entre las gentes de modo que unos se dispusieron a luchar contra los otros. Y Juan se volvió hacia él y le dijo: Dime, Aristodemo, ¿qué puedo hacer para quitar el enojo de tu alma? Y Aristodemo dijo: Si quieres que crea en tu Dios, te daré a beber veneno, y si lo bebes y no mueres, me parecerá que tu Dios es el verdadero. El apóstol respondió: Cuando me des a beber veneno, si pronuncio el nombre de mi Señor, no podrá dañarme. Aristodemo dijo de nuevo: Quiero que veas cómo otros beben y mueren enseguida para que hasta tu corazón retroceda ante esta copa. [...]

Aristodemo fue entonces al procónsul y le pidió dos condenados que iban a cumplir sentencia de muerte. Y tan pronto como estuvieron en medio de la plaza del mercado, delante de todo el pueblo y a la vista del apóstol les hizo beber el veneno: y así como lo bebieron, entregaron su alma. Aristodemo luego se volvió hacia Juan y le dijo: Escúchame y deja de instigar a la gente para que se aparte de la adoración a los dioses; o toma y bebe esto para demostrar que tu Dios es todopoderoso si después de beberlo puedes permanecer sano. A continuación, el bendito Juan, mientras yacían muertos los que habían bebido el veneno, tomó la copa como un hombre valiente que a nada teme, y haciendo la señal de la cruz, habló así:

Mi Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por cuya palabra se hicieron los cielos, a quien todo lo creado está sujeto, a quien sirven las criaturas, ante quien todo poder se inclina, teme y tiembla cuando reclamamos auxilio: cuyo nombre deja inmóvil a la serpiente, hace huir al  dragón, aquieta a la víbora y al sapo quita las fuerzas, aplaca al escorpión, deja vencido al basilisco, y la phalangia [araña] no daña —en una palabra, todas las cosas venenosas y las bestias feroces y los reptiles asquerosos son destruidos. Tú, digo, saca el veneno de esta ponzoña, arranca la muerte con que trabaja y prívala de la fuerza que alberga en su interior: y otorga a estas gentes reunidas ojos para que vean y oídos para que oigan y un corazón que pueda comprender tu grandeza.

Y habiendo dicho esto, persignó su boca y todo su cuerpo con la señal de la cruz y bebió cuanto había en la copa. Y después de haber bebido, dijo: Pido que aquellos por cuya causa he bebido se vuelvan a ti, Señor, y con tu iluminación reciban la salvación que está en ti. Y después de que por espacio de tres horas la gente observara que Juan permanecía con el rostro alegre, y que no había en él ni la más mínima señal de palidez ni miedo, comenzaron a gritar en alta voz: Él es el único Dios verdadero, a quien Juan adora.

Pero aún así Aristodemo no lo creía, aunque la gente se lo reclamaba: se volvió a Juan y le dijo: Una cosa me falta -– si tú en el nombre de tu Dios levantas a estos que han muerto por el veneno, mi mente se limpiará de toda duda. [...] Juan se acercó a Aristodemo y le dio su capa: [...] Ve y colócala sobre los cuerpos de los muertos, y dirás así: El Apóstol de nuestro Señor Jesucristo me ha enviado para que en su nombre podáis lavantaros de nuevo, de modo que todos sepan que la vida y la muerte son siervas de mi Señor Jesucristo. Cuando Aristodemo hubo hecho esto y vio que se levantaban, adoró a Juan».


Maestro Sarumi: San Juan Evangelista bebe la copa de veneno. Salisbury, ca. 1250 k.
Abajo: Bernardo Martorell idem, ca. 1430


Esta historia es la fuente de las típicas representaciones solitarias de san Juan Evangelista, en las que el santo, de pie, bendice una copa. Y aunque a veces no veamos serpiente alguna huyendo, hay que entender que es el momento en que disipa el veneno.

Jan van Eyck: San Juan Evangelista del Altar de Gante, 1430-32 (click para el cuadro completo)

Por otro lado, la copa también apunta a una serie de acontecimientos bastante más embarazosos de la vida de Juan, que recordaría con vergüenza incluso a la edad de cien años, en la isla de Patmos. Principalmente, cuando con su madre y su hermano Jaime fueron a pedirle a Cristo que, en la Gloria pudieran sentarse a su lado derecho e izquierdo respectivamente. «No sabéis lo que estáis pidiendo», respondió Jesús. «¿Seríais capaces de beber del cáliz que yo he de beber?» «Lo somos», respondieron. «Sí, ciertamente beberéis mi cáliz», predijo Jesús. (Mt 20: 20-23). Es el cáliz del sufrimiento del que Jesús, en su oración en el Monte de los Olivos, pide que se le aparte (Mt 26: 39-42). Así, la imagen de la copa de san Juan también sugiere que, en definitiva, el apóstol probó aquel cáliz.

Piero di Cosimo: San Juan Evangelista, 1500-1505

Esta referencia al martirio y la pasión de Cristo aumentó de hecho la importancia visual de la copa de san Juan. Y llegó a convertirse en una especie de representación simbólica suya, como en la famosa pintura del Panel de Santa Verónica de Hans Memling (ca. 1470-1475). El panel, de tan sólo 30 cm de altura, fue probablemente un altar personal doméstico. Su anverso muestra a Verónica sosteniendo la imagen de Cristo pintada sin intervención humana, y en el reverso muestra la copa de san Juan. Ambas imágenes fueron ampliamente difundidas en la Edad Media como objetos apotropaicos. Tal vez es por eso que se representaron juntas a ambos lados de un altar doméstico; y también porque a través de la referencia a la copa de sufrimiento, ambas estaban en relación directa con la pasión de Cristo. Este panel tuvo una vida azarosa a lo largo de los siglos, incluyendo una estancia en el castillo húngaro de Rohonc. Pero justo a comienzos del 1500 estaba en posesión del veneciano Bernardo Bembo —padre del gran humanista, el cardenal Pietro Bembo—, y Piero di Cosimo pudo haber copiado allí su copa en ese momento.


La historia de la bendición pronunciada sobre la copa es el origen de la costumbre medieval de la Bendición de san Juan, cuando la gente antes de partir para un largo camino o hacia una batalla, o incluso antes de ser condenados a muerte, bebía el vino que había sido bendecido en el nombre de san Juan. La costumbre se convirtió en evento litúrgico, la consagración del vino, que aún se lleva a cabo en las iglesias católicas el día de san Juan, 27 de diciembre; y si la variedad de toxinas presentes en la actualidad en el vino adoptara forma de serpientes, se enriquecería significativamente la fauna reptiliana del planeta. La ceremonia se conoce, ya en el primer libro ritual  impreso por la archidiócesis húngara de Esztergom, 1485/95, como Benedictio vini seu amoris Sancti Ioanni tertio die post Domini nativitatem, (bendición del vino, o del amor de san Juan, en el tercer día después del nacimiento del Señor). La ilustración de este libro combina hábilmente los dragones que salen del vino ponzoñoso con el dragón de siete cabezas del Apocalipsis, descrito por San Juan en el Libro de las revelaciones en la isla de Patmos.


Apocalypsis Sancti Iohannis, Alemania, ca. 1470

Maestro francés: San Juan en la isla de Patmos. Principio del Evangelio de san Juan, 1490-1500. Koninklijke Bibliothek, La Haya

Y aún pervive de esta historia la costumbre de la «Copa de san Juan», o «Bendición de san Juan». Es, como se viene haciendo desde la Edad Media, sobre todo en Alemania (la Johannesminne), el último brindis antes de separarse. En húngaro: Igyuk meg a János-poharat! (¡Bebamos la copa de san Juan!). Es decir, que cualquier veneno se aleje de esta copa y de nosotros. Cosa que deseamos particularmente a todos en las próximas veladas, abundantes en tragos, y también durante todo el año nuevo.

Hans Memling: San Juan Evangelista, ca. 1479. Detalle del Altar de san Juan de Brujas

26 diciembre, 2016

Disolución: quirémbolos



Irving Penn. The Hand of Miles Davis, Nueva York, 1986. Esta foto aparece en el disco Tutu de Miles Davis, 1986. El nombre del disco es obviamente un homenaje del trompetista al combativo obispo negro sudafricano Desmond Tutu, por aquellos años en las primeras páginas de la prensa diaria (fue Premio Nobel de la Paz en 1984). Por ello, quizá la mano izquierda de Miles Davis con el dedo doblado contenga este quirémbolo —así llama a estos símbolos manuales Juan Caramuel de Lobkowitz en su Quirología, 1679—: dos dedos (two) + (uno hacia abajo o descontado) + otros dos (two) = TuTu. Es también un gesto de trompetista, pero Miles Davies no era zurdo.


Lorenzo de San Pedro, «Monarchía de España», Diálogo llamado Philippino donde se refieren C congruencias concernientes al derecho que su Magestad del Rei Phelippe nuestro señor tiene al Reino de Portugal, El Escorial (BES &-III-12). De los antiguos cinco reinos cristianos de España –Castilla, León, Aragón, Navarra y Portugal–, le fallaba a Felipe II aún el reconocimiento de su señorío por parte de Portugal, país ubicado en el dedo del corazón (aunque este dedo es también el impúdico y el de Saturno). La imposibilidad de ofrecer una mano abierta y franca, símbolo claro de la prosperidad y así también de la universalidad de la monarquía, duró hasta su proclamación como Felipe I de Portugal el 12 de septiembre de 1580. (Cf. Fernando Bouza, Imagen y propaganda. Capítulos de historia cultural del reinado de Felipe II, Madrid: Akal, 1998). Nos extraña también que sea una mano izquierda, la mano de recibir, no la de dar; la mano terrestre y del aquí y ahora, la de la justicia, no la de la misericordia.

Huella de la mano izquierda de Albert Einstein

Por otra parte, en un sentido más técnico y preciso, el Padre Nicolás Caussin (De eloquentia sacra et humana, lib. 9, cap. 8) corregiría el Tutu = Two + Two de Miles Davis. Dice, traduciendo al latín el manual de Smyrnaeus Astabasdas, Tratado sobre el modo de medir (contar) por medio de los dedos, que esta es la forma de denotar el número cinco. La mano izquierda es la mano de las unidades y la derecha la de las centenas y millares: «Con el tercero o medio contraído y los cuatro restantes extendidos, denotas: en la izquierda cinco; en la derecha, cinco mil».

Pierio Valeriano, Hieroglyphica, sive de sacris aegyptiorum, aliarumque gentium litteris comentaria Ioannis Pierii Valeriani Bolzanii Bellunensis, Basilea: Thomas Guarinum, 1575, 268r.

16 diciembre, 2016

El amigo falso


Los sellos de correos van generalmente unidos a historias curiosas. Y una bastante sorprendente es la que os contamos ahora, tal como ha aparecido en los diarios. Ved el objeto que se mostraba hoy mismo en una casa de subastas:

«Sello de correos con la leyenda Poštovní úřad Ilnice en checo y serbio, del asentamiento albanés de Ilnice / ca. 1910. Albania, Ilnice, Tampón del servicio de correos checo 36 mm.»

En verdad tuvo que ser un momento histórico, la culminación del multiculturalismo de los «felices tiempos de paz», cuando se inauguró la primera oficina de correos en la montañosa ciudad albanesa de Ilnicë, entre las pintorescas montañas de los Balcanes, no lejos de la actual frontera con Macedonia. ¡Y vaya oficina de correos! Con un sello bilingüe, checo y serbio, y con el león de dos colas en lugar de las águilas bicéfalas del imperio austriaco o las águilas albanesas reales. Todo esto en 1910, cuatro años antes de la Gran Guerra y ocho años antes de que cambiara la larga frontera de Europa Central. ¡Qué armonía entre las naciones de aquella Centroeuropa! ¡Ay, si hubiera permanecido así!


Pero no lo hizo. Y tal vez nunca fue así. Después de todo, ¿cuál es la fuente real de esta ubicación? El hecho cierto es que si buscamos «Ilnice», Google apunta a la ciudad albanesa. No nos da más resultados. Sin embargo, si utilizamos un mínimo de sentido común y pensamos dónde y cuándo se utilizarían simultáneamente esos estampillados oficiales checos y cirílicos bajo los auspicios del león de dos colas, nos percataremos de que solo podría ser en un rincón diametralmente opuesto de la antigua monarquía austro-húngara: en Rusinsko, anexada de Hungría a Checoslovaquia en 1920. Y entonces ya nos será fácil encontrar, no lejos de Nagyszőlős / Vinogradov, siguiendo la corriente del Ilnitska, el pueblo de Ilonca (en checo, Ilnice, en rusino Ильниця, en rumano Ilniţa, y en su moderno nombre oficial ucraniano Ільниця), del cual ni un solo nombre histórico, como los del sello, es conocido por Google.

En lingüística, un «faux-ami», falso amigo, es una palabra que suena similar en dos idiomas pero tiene un significado diferente en ambos. Así ocurre con el checo Ilnice y el albanés Ilnicë. De la descripción de la subasta anterior también aprendemos que, sin el debido cuidado y visión crítica de las fuentes, Google también puede ser un falso amigo.

No hemos podido encontrar ni una sola postal contemporánea de Ilonca. Esta que colocamos aquí es de la vecina Ilosva, ciudad más próxima a la carretera principal y al ferrocarril, razón por la cual debía contar con más clientes de correos. Nos vale. Después de todo, está más cerca de Ilonca que la albanesa Ilnicë. 

11 diciembre, 2016

Yanukovich, el bibliófilo


Probablemente todos recordaremos las recientes imágenes de la dacha del expulsado presidente ucraniano Yanukovich en Mezhigorye, lujosa y hortera más allá de todo exceso. La historia de esta dacha, bautizada como «museo de la corrupción» por Ilya Varlamov, es especialmente curiosa, ya que se encuentra en el terreno de uno de los monasterios y centros espirituales mas antiguos de la Rus de Kiev,  el Monasterio de la Transfiguración, fundado en 988 y demolido en 1935, y que en 2007 fue entregado por decreto presidencial secreto a Yanukovich.

Ahora, sin embargo, resulta –escribe Dmytro Gnap, un blogger de Українська Правда– que Yanukovich no sólo robaba dinero y esquilmaba la tierra de Ucrania, sino también su historia. Los activistas del Sector Recto haciendo el inventario de la dacha le mostraron una caja llena de libros antiguos.


Estas obras son los primeros y más valiosos libros impresos ucranianos, robados por orden de Yanukovich de las cajas de seguridad de varios museos estatales. Su autenticidad está fuera de toda duda, certificada por una descripción detallada de L. Khaukha, subdirector del Museo del Libro y la Imprenta de Ucrania, que el ladrón hizo adjuntar cuidadosamente a cada volumen



El primero de ellos, por ejemplo, es el Apóstol, el libro más antiguo en lengua ucraniana, impreso en 1574 en Lwów, por aquel Ivan Fjodorov cuya estatua, como vimos, se encuentra en medio del mercadillo anticuario de Lemberg sosteniendo la Biblia de Ostrog (1581) en la mano.



Pero Gnap también ha visto piezas tan valiosas para la historia del libro ucraniano como el Gran Menaion de Hizel de 1680, el Apóstol de M. Slozka de 1654 o el Evangeliario de 1704.


«Hoy en día los antiguos impresos de Kiev que sobrevivieron a las guerras y la censura rusa, a los desastres naturales y los incendios de la biblioteca de Lavra de 1772 y 1849, se cuentan como grandes rarezas», dice la Enciclopedia Ucraniana de la Historia del Libro. «Y ahora el ex presidente Yanukovich se añade a la lista de catástrofes que estos volúmenes han tenido que superar», añade Gnap.

09 diciembre, 2016

¿Quién les paga?

Un tipo mentiroso, rabioso, manipulador y que hace bandera de su ignorancia ha ganado las últimas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de América. Es decir, le ha votado muchísima gente.

En España, un padre acaba de ingresar en prisión tras recaudar una suma importante de dinero conmoviendo a mucha gente con la historia falsa de la gravísima enfermedad de su hija.

Leo estas palabras de Isaiah Berlin, citadas por Ramón Andrés en su último libro, Pensar y no caer:
Si pertenezco a una clase que avanza hacia la victoria, tendré una serie de creencias realistas, pues no me da miedo lo que veo; si avanzo con la marea, el conocimiento de la verdad solo puede darme confianza; si pertenezco a una clase condenada, mi incapacidad para contemplar los hechos fatales (pues pocos hombres son capaces de admitir que están condenados a perecer) tergiversará mis cálculos y me volveré sordo y ciego a verdades demasiado dolorosas para aceptarlas.
(El fuste torcido de la humanidad)

07 diciembre, 2016

El jazz en los huesos, o los auténticos «teddy boys». Una subcultura del Moscú de los 50


Los soldados que volvían del frente llevaban consigo discos, películas, ropa. Así, los rusos, que durante décadas habían vivido en el aislamiento, se topaban de pronto con la estética animada y emocionante de Occidente. Y les encantaba. Sin embargo, con el inicio de la Guerra Fría el estilo de vida «americano» volvió a ser nocivo e indeseable, y quienes, a pesar de las prohibiciones –formales que no oficiales– escuchaban la música «mala», bailaban las «malas» danzas y vestían «inapropiadamente» se arriesgaban a duras represalias.

Sin embargo, hubo algunos jóvenes valientes (?), locos (?) o simplemente insensatos que, a pesar de toda prohibición, querían seguir aquel estilo de vida. Desde luego, la american way of life tuvo un significado especial en el Moscú de los años cincuenta. Creció una subcultura increíble, y los stilyagi se extendieron pronto desde Moscú a Leningrado y, en seguida, a casi todas las ciudades importantes. Desde finales de los años cuarenta hasta los sesenta, disfrutaron de su existencia en grupos mayores o menores. Al principio no sonaba peligroso, pero todo ocurría en el período más negro del terror estalinista y en un territorio, la Unión Soviética, notable por su no precisamente amplia oferta de bienes.


Como no se podía salir al extranjero y no se tenía acceso a nuevos materiales visuales, ni de ningún tipo, construyeron sus Estados Unidos a partir de lo que guardaban desde tiempos de la guerra. Transformaban la ropa traída a casa por los soldados y veían una y otra vez las pocas películas americanas que tenían a mano. La película clave –principalmente debido a su música– fue Sun Valley Serenade (en español: Tú serás mi marido, 1941). Y con ella elaboraron la imagen del atuendo que debían vestir. De ahí, por ejemplo el fetichismo de las sudaderas con ciervo. El tren que ilustra la canción Chattanooga Choo Choo ganó un significado mágico-simbólico. Todo esto les permitía volar desde la pedestre realidad soviética a una Súper-América imaginaria. Y, por supuesto, todo el mundo escuchaba jazz. Dado que no había grabaciones decentes disponibles, recurrieron a un procedimiento también conocido por los jóvenes húngaros de los años cincuenta (al menos así lo hemos visto en la película Nap utcai fiúk, «Los chicos de la calle del sol»): copiar la música sobre placas usadas de rayos X. Por tal razón llamaron a estos discos jazz en los huesos (джаз на костях), o también el esqueleto de la abuelita. Esta historia algo macabra la contó hace apenas unos meses el libro ilustrado de Stephen Coates, X-Ray Audio: The Strange Story of Soviet Music on the Bone.

La melodía que abre el breve documental no es jazz, sino la famosa canción de los gangsters de Odesa,
Murkade la que ya hablamos en otra entrada

También se desarrolló una jerga peculiar, cuyo léxico básico mezclaba inglés y ruso. Se llamaban entre sí chuvak, un acrónimo que viene a significar «adorador de la alta cultura americana» (Человек Уважающий Высокую Американскую Культуру). Por la noche paseaban por su Main Street, a la que llamaban Broadway, en realidad la calle Gorky de Moscú, iban al apartamento o «hata» de alguno de ellos y allí bailaban según creían haber visto en las películas. Desarrollaron tres tipos de boogie-woogie: «atómico», «canadiense» y «triple hamburger». Lamentablemente no sabemos con exactitud cómo eran, sólo que hamburger era el modo lento.


No hay ninguna subcultura sin distribuidores que la abastezcan, y en Moscú aparecieron los fartsovshchiks que iban a proveer esta peculiar demanda. Tenían buenos contactos, habilidades lingüísticas y una pericia innata para sortear las trampas policiales. Traficaban con lazos (silyotki de colores), sombreros, ropa, zapatos, discos, instrumentos musicales. A finales de los sesenta, los stilyagi fueron reemplazados por hippies y otras subculturas. Sin embargo, los fartsovshchiki permanecieron, sólo cambió su perfil. En aquella economía soviética de subsistencia no era difícil vender productos importados de Occidente, como cualquiera con una beca, trabajo temporal, o una simple visita a la Unión Soviética podía comprobar.

Entrevistas con antiguos stilyagi y fartsovshchiki

Aparte de las fiestas y las compras secretas, a los stilyagi les preocupaba sobre todo la guerra contra los komsomolki, especializados en enfrentarse a ellos. De hecho, el término stilyaga fue acuñado por un humorista a sueldo del estado, un tal Belyaev, en el número de marzo de 1949 del semanario satírico Krokodil, desde el cual se difundió rápidamente. Por supuesto, trataba despectivamente a estas figuras divertidas, como ridículas, desaliñadas, ignorantes de las reglas básicas de la vida social, y por lo tanto no es de extrañar que el joven pueblo soviético se burlara de ellos. En cuanto a los propios stilyagi, se llamaban a sí mismos statniki, pertenecientes a los Estados Unidos. Con el tiempo, como suele ocurrir, el término que había comenzado su carrera como palabra risible, se convirtió en el nombre oficial de la subcultura y aceptado por todos. La severa mujer komsomolka, por ejemplo, podía echar en cara al stilyaga: Я не лягу под стилягу! (en traducción libre: ¡yo no me acuesto con un muñeco de peluche!)

Cartel soviético: ¡El stilyaga es un agente de Ocidente!

“Hoy tocas jazz, mañana traicionas a la patria!”

Buena parte de esto habría quedado en el olvido de no ser por Aleksey Kozlov, quien en su autobiografía de 2001 contó cómo se había convertido en saxofonista, cómo fundó su legendaria banda de jazz-rock, Arsenal, y cómo todo aquello estaba vinculado a la historia de los stilyagi moscovitas. Más tarde, en 2008, basándose parcialmente en las historias de Kozlov y añadiendo de su propia cosecha, Valery Todorovsky dirigió una película titulada Stilyagi (Hipsters, en la versión inglesa). Todos los detalles de la película se basan en hechos reales pero, debido a un desenfoque básico, el conjunto no puede considerarse como un documento auténtico: el mundo musical de la película se centra en la era dorada del rock ruso de los ochenta. En definitiva, puede que no fuera auténtico pero sí muy atractivo, y con él comenzó el frenesí del revival stilyaga / teddy boy hoy todavía apreciable en Rusia.

El 29 de noviembre inauguramos el Cineclub del Río Wang con la película StilyagiVadim Kemény presentará cada mes una gran película rusa producida en los últimos años y  prácticamente desconocida en Occidente. Más detalles e inscripción en nuestro Facebook.

Valerij Barykin raja

02 diciembre, 2016

Disolución: Ausencias

Georges de La Tour. Magdalena Terf, 1642-1644. Museo del Louvre, París.

Edward Hopper, Habitación de Hotel, 1931. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

29 noviembre, 2016

«Templos judíos». Las reliquias de una edad de oro


La Ley de Emancipación de 1867 –que hoy hace ciento cuarenta y nueve años fue unánimemente aprobada por el parlamento húngaro– abrió el camino para el ascenso social de los judíos de este país. Al mismo tiempo, el Compromiso Austro-Húngaro tuvo como consecuencia un boom económico nunca antes visto para todo el país. La burguesía judía tenía así todos los motivos para pensar que Canaán ya está aquí (como dijo, en otro contexto, el gran poeta contemporáneo Sándor Petőfi).

Este sentimiento, este orgullo y confianza en la emancipación social y económica, se hizo visible en las grandes sinagogas erigidas a finales del siglo. Tamás Halbrohr, superior emérito de la sinagoga de Szabadka/Subotica, cita las palabras de sus constructores, «no construimos sinagogas, sino templos judíos», centros sagrados en pie de igualdad con las iglesias cristianas, cuyo diseño representativo y soluciones arquitectónicas también recuerdan el Templo de Jerusalén y la edad de oro que se asocia a él. Tales fueron las grandes sinagogas de las ciudades más importantes, Budapest, Pozsony/Bratislava, Nagyvárad/Oradea, Szeged, cuyo estilo historicista, y a menudo orientalista, hace referencia a la milenaria historia judía. O las impresionantes sinagogas de la grande llanura húngara, Hódmezővásárhely, y sobre todo Szabadka/Subotica, que utilizaron los motivos del «Art Nouveau húngaro» ideado por los arquitectos de Budapest para expresar su identificación con la nación húngara.


Recorrimos estos magníficos templos judíos a lo largo del pasado año con el equipo de rodaje de Eti Peleg. En cada uno conversamos con historiadores del arte, arquitectos, historiadores locales, miembros de las propias comunidades, para rescatar así las intenciones de aquellos constructores y comisionados únicos, y evocar juntos el espíritu de la época formulado en los edificios. El espíritu de una época que, de no estar mediado retrospectivamente y sin remedio por el prisma de la tragedia de medio siglo después, podríamos considerar en verdad como la edad de oro de los judíos húngaros.

La película ya está lista. Ahora buscamos distribuidores. Mientras tanto, ofrecemos aquí este breve resumen. Y, una vez más, damos las gracias a todos aquellos que nos ayudaron en su preparación.


06 noviembre, 2016

1927. Un dadaísta mallorquín desconocido

Esta postal sin imagen asocia, sin embargo, dos. La de la famosa Camisería Comas, del Paseo de Gracia de Barcelona, obra del arquitecto Enric Sagnier; y la de las Cuevas de Artá al noreste de Mallorca.

La hemos encontrado por azar y suponemos que el destinatario es Lluís Amorós i Amorós (Artà 1905 - Barcelona 1972), conocido abogado y arqueólogo mallorquín que intervino en numerosas excavaciones y fue miembro notable de la Sociedad Arqueológica Luliana. Pero ignoramos quién sería el remitente –paisano del pueblo de Artà– oculto por la firma indescifrable. Como poeta –ni aun dadaísta– no parece que fuera a tener gran futuro; aunque, quién sabe. Esperemos que algún lector nos ilumine.

Querido Luis: ¿qué tiene que ver la Camisería Comas de Barcelona con las vistas de las Cuevas de Artá?
Ante tu incongruencia, en vez de las vistas me veo obligado a enviarte la siguiente composición dadaísta, del libro próximo a publicarse titulado «Jascio [?] Puerperal».
Agárrate y lee:
Laguna Estigia
– · –
Acordes supralaríngeos
         Verdes campanas
Tardes macilentas
        Orugas concubinas
Radios de moto
        Motores de areoplano [sic]
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Ay, mi amada!
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
        ¡¡¡ Fuegos fatuos !!!
Te abraza (si sobrevives a la lectura) tu afecº
???

01 noviembre, 2016

Disolución: Dominio de sí


Otho Vaenius. Theatro moral de la vida humana, «Solo es rico quien nada desea»
(Amberes, 1701, f. 83)

Los apetitos huella
el fuerte vencedor de sus passiones,
y constante atropella
coronas, dignidades y blasones.
Y en señal de victoria
recibe de Virtud corona y gloria.


Ramón Massats. Sanfermines, Pamplona, 1957.


24 octubre, 2016

Masuleh, 2016



Shervin Mohajer: Golpes. Del álbum Kohân Kamân (Arco antiguo), Obras para kamanche y alto kamanche (2015)

Teníamos cierto miedo de Masuleh. Atrás, en los tiempos de Ahmad Kavousian, hacia 1975, la pequeña ciudad, situada a mil metros en las laderas del Alborz, todavía podía considerarse una joya escondida de Irán, un destino secreto que solo los iniciados mostraban a sus más afines. Una población arcaica cuyos habitantes aún miraban con extrañeza a los viajeros. Pero en cuarenta años todo esto ha cambiado. Hoy Masuleh es parada obligatoria del turismo iraní. Un pueblo de 500 personas visitado por diez mil turistas al año. En primer lugar, por los propios iraníes, porque el turismo interno es increíblemente activo en el país; pero además el pueblo está en la lista de los diez primeros de Lonely Planet y prácticamente en todos los paquetes básicos de viaje a Irán de las agencias turísticas internacionales. Parece claro, pues, que aquel antiguo encanto tenía que haber desaparecido. Y nuestra pregunta era: ¿qué encontraremos en su lugar?

Hemos visto qué pasa cuando el turismo se ceba en una ciudad iraní. En la ciudad de la montaña kurda de Palangan –aún desconocida en el extranjero, pero ya saturada de iraníes—, los lugareños tratan desesperadamente de proteger los restos de su vida privada y se apartan enfadados de los turistas que inundan las empinadas calles plantándoles las cámaras de foto ante la cara. En la ciudad de arcilla de Yazd, en el desierto, las tiendas tradicionales del bazar han sido reemplazadas por vendedores de souvenirs. Todo se cambia por dinero; y por primera vez en diez años de viajes a Irán trataron de engañarnos al revisar las cuentas del hotel. Temíamos este tipo de alteraciones y pérdidas en Masuleh, ya mucho más adentrada en el proceso de convertirse en trampa para turistas.

Pero no fue así. Este adelanto ha encontrado un giro positivo en Masuleh. La ciudad ha superado el choque inicial y los dolores de crecimiento que causa el turismo. Los habitantes han aprendido a lidiar con la nueva situación, han encontrado de nuevo su lugar y han logrado reajustar su vida cotidiana. En las granjas convertidas en casas de huéspedes nos tratan tan amablemente como a miembros de su familia. En el bazar, los souvenirs no han desplazado las tiendas antiguas y la demanda ha creado, incluso, una gama de artesanía moderna. El desarrollo saludable del pueblo está bajo la tutela del «Instituto Masuleh de Conservación y Desarrollo Sostenible». Las casas antiguas han sido renovadas de una manera aceptablemente auténtica. La comunidad todavía celebra sus fiestas de siempre y los participantes no se distraen con las miradas ni las cámaras de los turistas, hasta los incorporan a la celebración. Nos gustaría creer que con la apertura gradual de Irán y el imparable boom del turismo será esta la dirección que tomen otros asentamientos tan frágiles cómo Masuleh.


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La procesión sale de la parte superior de la aldea. En la distancia se oye el batir de los tambores y nos llegan fragmentos de cánticos. En el bazar de tres pisos de la plaza principal están ya listos para recibirlos: el micrófono y los altavoces dispuestos en el centro y una muchedumbre curiosa alrededor, formada por turistas y locales a partes iguales. En media hora los hombres, vestidos de negro, llegan al bazar y se alinean a ambos lados del pasillo. El cantante, delante del micrófono, alterna un rubato de tristes melodías funerarias con canciones rítmicas y enérgicas. Mientras entona las primeras, similares a las antiguas canciones folclóricas húngaras, todo el mundo inclina la cabeza, algunos lloran. En este luto de mil quinientos años reviven sus propias pérdidas personales. Pero luego con la segunda melodía cobran vida, se golpean el pecho al ritmo de la canción, gritan el nombre del Imam Hussein, que murió en la batalla de Kerbala. En el piso superior del bazar, los niños vestidos de negro actúan con igual entusiasmo. Los paisanos nos invitan a avanzar, sin problema, con las cámaras entre las filas. Esto no perturba a los bailarines, al contrario, se muestran abiertamente mientras los fotografiamos de cerca. La ceremonia dura aproximadamente una hora y de pronto acaba. Las filas se rompen y se reorganizan en grupos de conversación. Mientras regresamos a nuestro albergue oímos el canto que empieza de nuevo, ahora desde la mezquita, donde se recogen para pasar la noche recordando al Imam Hussein y sus compañeros mártires.


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